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lunes, 7 de octubre de 2013

YO… ME MEREZCO OTRA COSA MEJOR

Cuando me dicen que tenemos lo que nos merecemos, siempre les digo que yo, por lo menos, no, que yo me merezco otra cosa mejor. Me explico.  Si desde hace más de cuarenta años estoy contribuyendo con mi trabajo y esfuerzo a mejorar este País, y así ha sucedido hasta hace unos años, ¿por qué he de merecer la hecatombe a la que nos está llevando esta clase política? ¿Por qué? No, hombre, no. No soy merecedor de esto y considero que tampoco la sociedad española se merece el trato que está recibiendo de los políticos actuales, que ni saben, ni contestan, o bueno, cuando contestan, lo hacen con patrañas y mentiras para continuar en donde están. Lo que sí creo, es que, los políticos que nos dirigen y nos representan, no son merecedores de nuestra confianza y les deberíamos dar puerta con una ola de Surami para que no vuelvan nunca jamás.

El vuelo de las gaviotas de fin de semana, con sus ensordecedores graznidos y aptitudes devoradoras, acojona al personal todos los viernes  porque no sabe por dónde va a ser atacado.

Si mi abuela contaba con los dedos de las manos y le salían las cuentas, ¿Cómo es que estos entendidos en las economías, en las macro y en todas estas zarandajas no dan ni una? ¿Cómo es posible?

Un amigo mío, me mandaba su “TEORIA DE LA CUENTA DE LA VIEJA PARA BAJAR EL PARO Y REACTIVAR LA ECONOMIA ,” y entre otras cosas me decía:

Hasta ahora sabemos que el  Estado ha aplicado descuentos a funcionarios, pero no nos ha explicado que hace o qué ha hecho con esos dineros que ha “sisado” de las nóminas de esos funcionarios (entre los que yo no me encuentro, por aquello de las suspicacias).

Mi  idea (o la idea de la vieja de las cuentas) es que ya que lo haces lo apliques a rebajar el paro. Y ¿cómo se hace? Pues mire usted por cada 9 funcionarios a los que les ha rebajado el 10%, emplee a uno nuevo y así tendrá más trabajadores por el mismo precio y además se ahorra los 1.000 euros que le pagaba como subsidio de paro.  Y si quiere, para no quedar como chorizo ante esos nueve funcionarios a los que le “sisó” 120€ al mes, compénsele con horas libres en proporción a ese dinero que le quita, pues ese tiempo lo cubrirá el décimo trabajador. Resultado: tiene usted el mismo gasto (o menos)  en cuanto a trabajadores, pero tiene más personal, y además, se ahorra un subsidio de desempleo y baja el índice del mismo.

Aplíquese esta medida al resto de empresas españolas, no les  cobre usted la SS de ese décimo trabajador a la empresa que lo aplica para no encarecer sus gastos, e incluso rebájele un poco la carga y consiga usted, señor ministro de Trabajo, que esa empresa tenga un trabajador más a coste 0, que la gente disponga de más tiempo para sí mismos y usted un parado menos que le cuesta  1.000 euros al mes (por lo menos) y le deja las estadísticas hecha unos zorros.”

Y él, tampoco sabe de economías, según me confiesa. Y yo, le creo.

Después de reflexionar sobre todo lo anterior, llego a la conclusión de que los que no se merecen lo que tienen y estar donde están son ellos, los políticos y la clase dirigente actual.

Y sigo. Iba a decir que no se entiende tanto empeño de Rajoy en dejar cada vez más “flaco” el bolsillo del pueblo español, pero no, se entiende. Se entiende. Se entiende que nos mal trate de esa manera para así dejarnos sin capacidad de reacción y continuar él y sus adláteres en las posiciones en donde están.

Mientras que las Gaviotas masacran con subidas de impuestos al pueblo español y le exige y le obliga y le roba por medio de leyes y decretos a ráfagas semanales, a la banda que le acompaña, en los presupuesto generales, este año, le endiña un 28% más para que disfruten y se diviertan en la juerga, como si la “cosa” no fuera con ellos, ya que, como decía un letrero en un bar de Triana, hace unos años, “hablar de la cosa está prohibido”. ¡¡Claro!! Que prohibido, prohibido, prácticamente nos lo tienen prohibido “to” en una “en una Democracia vigilada”.

Por eso cuando me dicen que tenemos lo que nos merecemos, siempre les digo que yo, por lo menos, no, que yo me merezco otra cosa mejor, aunque hablar de “la cosa” esté prohibido.


Simón Candón 7-10-2013