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lunes, 13 de febrero de 2017

CONTRATO DE 2 HORAS. TRABAJO DE 10 HORAS


Obligados a mal vivir y a trabajar 10 ó 12 horas la gran mayoría de los currante de este País, aunque sus contratos sean de 2 ó 4 horas, aquellos que encuentran algún trabajo, que ya por encontrarlos y que según el Sr. Loaiza, ex presidente de la Diputación de Cádiz, y tenerlos son ya de por sí trabajos de calidad, el Sr. Rajoy, con su equipo de gobierno, ha impuesto a los ciudadanos, con el consentimiento de los demás partidos de la oposición y de los sindicatos que no han hecho, ni hacen nada para impedirlo y ponerlo en práctica, de nuevo, la esclavitud. No son cadenas, ni galeras o plantaciones de tabacos o algodonales a los que son condenados. No. Son condenados a las más míseras de las pobrezas. Es la esclavitud selectiva y de obediencia obligada. Los latigazos de antaño no tienen nada que ver con los de ahora, pero duelen de la misma manera, o más.



Los grandes señores amplían sus haciendas y sus feudos, mientras que los ciudadanos son recluidos a más miserias, a más pobreza.

Este gobierno, como cualquier otro gobierno debería entender y saber que un contrato de 2 horas, al trabajador no le da tiempo a hacer nada y que por lo tanto de lo que se trata con estos contratos es de hacer legal el fraude; los sindicatos también lo saben y lo consienten. Con este tipo de contratos precarios, no solamente se legaliza el fraude, sino que a los poderosos lo hacen más poderos y a los pobres, lo hacen más pobres y como consecuencia de esto, al Estado, también.

Siendo partidario de la globalización en el respeto de los pueblos, de sus costumbres y creencias, los distintos gobiernos del mundo, deberían potenciar la demolición de los muros y fronteras existentes y no potenciar, como lo hacen, el cierre de fronteras y la prolongación o nuevos muros entre las naciones, que es lo mismo que entre las personas. Nadie nació donde quiso, sino donde le tocó y eso no debería impedir caminar por el universo con orden y concierto, sin fronteras, ni muros que impidiera atravesarlo en libertad.

El título de la obra teatral de D. Jacinto Benavente, "Los Intereses Creados" me llevan a pensar en los resultados de los congresos celebrados ayer en Madrid del Partido Popular, así como de Podemos en el que los resultados fueron los previstos; en el uno, que somos los mejores y puedo dar todavía mucho más (por el culo) y el otro, me voy, pero me quedo. Mucho teatro y al final de las funciones de ambos, muchos aplausos para que la vida siga igual, facilitando el fraude, los paraísos fiscales, los contratos precarios de 2-4 horas para trabajar 10-12 horas, los recortes de todos los derechos, los incumplimientos de la constitución con respecto a la igualdad de oportunidades en todos sus aspectos.

Obligados a mal vivir por los intereses creados en donde se cumple aquello de que con este tipo de situaciones los ricos son cada vez más ricos y los pobres cada vez más pobres.

Los actores viven con sus representaciones y los espectadores mueren en 2-4 horas oficiales y fraudulentamente en 10-12 horas después de haber estado obligados a mal vivir con un trabajo, al parecer, de calidad.


Simón Candón 14/02/2017

domingo, 5 de febrero de 2017

MALOS HÁBITOS



Nos estamos acostumbrando. Hasta parece que no nos causa ni sorpresa ni repulsa comprobar a diario cómo la foto del panorama político en nuestro país está saturada de corruptos, desvergonzados, aprovechados, embusteros, traileros políticos, inútiles, perros fieles, sujetos con enormes tragaderas, estómagos agradecidos, sustitutos de intereses ajenos… toda una fauna de carroñeros amantes de lo podrido, que se completa con una jauría de alimañas dispuesta a morder el cuello de los que se pongan en contra de sus dueños.

Hace algunos años, cuando a un personaje público le sacaban algún renuncio o era pillado, le tocaba, aparte de desayunar con sapos durante una temporada, presentar la dimisión o ser condenado al ostracismo. Hay varios ejemplos, aunque al parecer han pasado al olvido tanto de los ciudadanos como de los responsables de la cosa pública. No cabe otra interpretación cuando hay casos de manifiesta inutilidad, e incluso de mala intención, permitiendo que la mierda que mancha las manos de algunos, se transforme en manjar perfumado de gloria, o al menos que sea tragado así por la opinión pública.

Es frecuente que cuando uno de estos sujetos rodeado de inmundicias pero con el cetro del poder en sus manos aparece, los ciudadanos, en un acto de cobardía, lo entronizan y lo coronan con una aureola de admiración. Y ello, a pesar de que somos conscientes de su corrupción, de su tolerancia total, absoluta y cómplice con los corruptos, de su participación en el amontonamiento de basura y de su interesada defensa del corrupto. Sólo cabe una explicación a esto: ¡hay mucho lameculos suelto, hay mucha cobardía!

Esta sociedad, nuestra sociedad, ha invertido los papeles: ya la honradez no tiene vigencia, ya la limpieza, la sinceridad, la valentía no cotizan en la bolsa de valores sociales. Ahora la moda, lo que se impone, lo que tiene fuerza y fuste es llenar la cartera, sin importar la peste a alcantarilla que desprenda o el hedor a letrina; ahora se lleva que las comisiones por mediar se cobren en negro, ahora los sobres y los regalos se justifican, aunque sean la contraprestación de concesiones oscuras de contratos o favores hechos con dinero público. Y no digamos nada si lo que se ofrece es un sillón que conlleva ciento y pico largo de miles de euros, ¡o doscientos mil, que también los hay! Esta sociedad, nuestra sociedad, tristemente, está aprendiendo a convivir con el estercolero, a respirar la pestilencia de la basura y a limpiar los zapatos llenos de excrementos en las alfombras que tapan las suciedades de los mármoles.

Un cirujano lo tiene claro: Hay que cortar el miembro podrido antes de que se expanda la gangrena a todo el cuerpo. Nuestra sociedad debería aprender: mejor que desaparezca un partido político, y con él todos sus corruptos miembros, que seguir tolerando y compartiendo la pestilencia de la podredumbre.

José Campanario