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miércoles, 20 de enero de 2016

EL MENTIDERO


Tiempos pasados. La palabra pertenece a tiempos pasados, o mejor dicho, el concepto de “mentidero” original. En todos los pueblos había una plaza, un lugar al que se le llamaba el “Mentidero” (así, con mayúsculas).


Tuve la suerte de descubrir la semántica del término “mentidero”, hace algunos años cuando, hablando con un campesino, un bracero como se decía antaño, me explicó los embustes, las mentiras que se decían en aquella plaza.


–… y por eso a esto se le dice la Plaza del Mentidero- sentenció con rotundidad.


La plaza en cuestión cumplía una función que ya casi ha desaparecido en todos nuestros pueblos: a ella acudían los obreros del campo a buscar tajo, es decir a ver si cuando llegaba el capataz de turno de la finca tenía la suerte de escuchar la frase mágica que le aseguraba el sustento por un día más:


- “Tú, mañana a las siete aquí con el amocafre (por cierto que no se recoge en el Diccionario de la RAE) pá escardá la remolacha”.





El rito exigía que a continuación se tomara un vasillo de vino, del peleón, con los consabidos chochitos o altramuces y a casa a preparar el hato (jato en andaluz) y la taleguilla con el pan y el “cacho” de tocino.
Cuando el hombre llegaba a su casa y lo comentaba, el suspiro de su mujer quería decir dos cosas: que no había que ir a la tienda a pedir fiado y que otro día podrían comer caliente.

Era así de precaria la economía de la mayoría de las familias en nuestra tierra. Y no hablamos de hace 100 ó 200 años; lo que comentamos es de hace tan sólo 50 años y hasta algunos menos. Evidentemente la vida ha mejorado, a pesar de los deseos contrarios de algunos que han resistido y siguen resistiendo en sus trasnochadas trincheras.



Hoy el término mentidero, es decir, el lugar donde se dicen mentiras, debería ser aplicado a los escaños ocupados por la clase política, por la mayoría de la clase política, seamos justos que todavía quedan algunos políticos honrados. Es una vergüenza ver cómo se quita del objetivo de las cámaras al desvergonzado de turno que aprovecha su posición para cobrar comisiones ilegales, cómo se eluden preguntas comprometidas por supuestos líderes en las entrevistas, cómo se maniobra y manipula para que lo importante sea un niño que su madre lleva en brazos, cómo se dice que se está dispuesto a dialogar pero no a ceder ni un centímetro, etc.





Se engaña, se miente, se manipula, se adulteran palabras y conceptos, se falsean intenciones, se falta a la verdad… hay muchos términos para decir que se utilizan las palabras y los puestos para fines que nada tienen que ver con los intereses de la ciudadanía.
Hoy los mentideros están ahí, donde usted y yo sabemos. Y lo peor es que no se pueden clausurar estos lugares malolientes, que molestan a cualquier persona con principios, donde impera la mentira.
José Campanario.


miércoles, 13 de enero de 2016

EMPIEZAN LOS PACTOS



La derecha pacta. Es la noticia que ocupa hoy los titulares de la prensa. Bueno no exactamente así; lo que dice la prensa es que ha habido acuerdo para la formación de la mesa del Congreso: de nueve miembros 3 del PP y 2 de Ciudadanos, o sea 5, lo que es lo mismo, mayoría para echar para atrás lo que no interese. Y el PSOE de espectador de excepción, aunque algunos malpensados dicen ya que de colaborador necesario. Eso es al menos lo que se puede pensar al haber obtenido el “premio” de que el Presidente de la cámara será Patxi López. Todo sea por obtener las prebendas del cargo (coche oficial, despacho propio, dietas, postureo, etc.).

El acuerdo, por más que lo quiera justificar a partir de ahora el PSOE, no tiene otro motivo que no enfadar al “mercado”. Se margina a los del chico de la coleta y de paso se admite que no se tratarán temas molestos, se garantiza que en las “reformas” realizadas por el PP para conseguir “salir de la crisis” no habrá marcha atrás y que la línea política que se va a seguir no va a desestabilizar el “mercado”. En definitiva el mensaje es claro: los “mercados” no tienen que preocuparse de nada, todo va a seguir igual.


Esos son los motivos reales que han movido al acuerdo. Ahora vendrán las explicaciones, las justificaciones de los pactantes, amparadas por la prensa de estómago agradecido, tratarán de hacer ver que es un acuerdo que beneficia a todos y que lo han cerrado en aras al interés de los ciudadanos.  Como decía la esposa del “honorable” a su no tan “honorable” marido: “son dos meses”. Y es que la clase política tradicional antepone siempre, al menos en sus declaraciones, el interés de la ciudadanía: que nadie busque intereses ocultos, lo que prima siempre es beneficiar a la gente de a pié.

La realidad es que hay una gran mayoría de los que escuchamos estas manoseadas frases una y otra vez, que tenemos claro que se han aprendido el manual de memoria y lo recitan sin ningún esfuerzo y sin sonrojarse siquiera. Lo que deducimos es que nuevamente vuelve la casta. Ahora el muchacho de la coleta se ha sacado un nuevo palabro de la manga: el bunker. Es lo mismo, yo sigo prefiriendo, por ser mucho más gráfica, la casta. Porque el concepto político de casta es el que coincide con el de politicastros.

Lo que salta a la vista es que desgraciadamente hay muchos que han abandonado, al parecer de forma definitiva, los principios éticos y la ideología que deberían inspirar unas siglas centenarias. Han vaciado unas siglas llenas de contenido a cambio del plato de lentejas. Cuando la gente les dé la espalda se seguirán amparando en las maniobras, el mangoneo y la desvergüenza. Seguirán haciéndose las víctimas incomprendidas por los ciudadanos que no saben apreciar y valorar sus sacrificios. Cada vez algunos tienen más claro su destino final: el limbo al que deben ser condenados los mercaderes de valores.

Que nadie se llame a engaño: de este acuerdo a permitir que siga gobernando la derecha, no hay más que un paso.

Nino Granadero.

miércoles, 6 de enero de 2016

DEMOCRACIA ANTIBOLIVARIANA


         Parece que hay muchos personajes que no entienden, o no quieren entender, el significado de la palabra DEMOCRACIA. Etimológicamente deriva de dos vocablos griegos demos y cracia que unidos vienen a significar gobierno del pueblo. Hasta aquí nada nuevo, pero que algunos, por sus comportamientos y manifestaciones, quieren hacer ver  a los ciudadanos que no es cierto.

         Otro tema es la democracia formal, la aparente democracia, es decir la que tenemos en los países “democráticos” y que básicamente consiste en que cada cierto tiempo echamos un papelito, o dos, en una urna. En ese papel aparecen los nombres de personas en un orden establecido por una minoría, de acuerdo con los criterios fijados por la élite de esa minoría, y conforme al orden establecido en esa papeleta, saldrán elegidos los que han puesto una minoría que no ha sido elegida ni refrendada por la ciudadanía. Son las reglas “democráticas” del juego que nos ha impuesto la clase política, autoproclamada garante de las libertades. Esta es la realidad de nuestra sociedad: si lo quieres lo tomas y si no te aguantas. Ajo y agua como se dice coloquialmente entre amigos.

         Bueno, pues a raíz del triunfo de la derecha en Venezuela, machaconamente recordado a diario, se ha desatado toda una serie de movimientos orquestados por la derecha internacional. El mensaje es claro: sólo cuando gana la derecha la democracia es auténtica y lícita. Lo asombroso es que en el furgón de cola de este tren turístico de la democracia derechona, viaje algún que otro partido históricamente de izquierdas. Y lo que produce sonrojo a muchos ciudadanos es que un personaje que ha significado mucho en este país (España) se ponga en evidencia, rozando lo caricaturesco, apoyando a gente que ha intentado golpes de estado, que han manipulado informaciones, que han almacenado alimentos básicos especulando con el hambre de las personas, que, en definitiva, han usado medios y dineros para fines propios rozando la ilicitud (no es lo mismo que lícito que legal). “Poderoso caballero…” que día don Francisco de Quevedo.

         Insistimos en el tema por la gravedad subliminal del mensaje: se quiere hacer entender que sólo hay democracia cuando gana la derecha o cuando se produce “alternancia” en el poder. Dos pinceladas para clarificar la cuestión: la derecha, tradicionalmente y mucho más en Hispano América, tan sólo ha gobernando para las minorías oligárquicas y cuando no ha podido hacerlo, ha organizado golpes de estado contra la democracia (Chile, Panamá, Argentina, Perú, etc.). Cuando la derecha toma el poder su obsesión principal y casi monotemática es la “reconquista” de los derechos perdidos por los poderes fácticos: se retrocede en derechos laborales, se esfuman derechos sociales, se recortan servicios públicos, se privatizan empresas públicas, etc. Y aquí, en nuestro país, por desgracia tenemos el ejemplo muy reciente; es más todavía están en el poder esos señores de la derecha que se resisten con todas sus fuerzas a abandonar la nave, su nave.

Duele y ofende a la inteligencia de los ciudadanos, que un partido de izquierdas, al menos así se define, esté en las trincheras de la derecha defendiendo posiciones que no le corresponde, por mucho que se empeñe el santón. Y más grave aún: que sea por hacer daño al adversario político que está recogiendo los desengaños de los votantes y simpatizantes antaño cercanos a la izquierda histórica.

José Campanario