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martes, 27 de diciembre de 2016

CUENTO DE NAVIDAD


Día veintidós de diciembre. Ya se ha jugado la lotería de Navidad. Es media tarde. Casi anocheciendo. Acabo de llegar de estar en las grandes superficies de compra. Es una locura. Tropiezos por un lado, empujones por otro. Estrecheces. Carreras. Prisas. Agobios. Ansiedades. Sofocos. Todo un esperpento. Quiero contar un cuento de Navidad. Mi mente hierve. ¡Hay tantas cosas que contar! ¿Realidades? ¿Mentiras? ¿Cuentos? Porque... si plasmara aquí las realidades del día a día que he tenido la suerte de vivir, o las mentiras en las que nos movemos, seguro que tengo material, casi infinito, para contar, no solo un cuento, sino miles de cuentos. Pero hoy, hoy voy a contar un cuento de historia de un cuento. Breve. Muy breve. Voy a huir de las locuras; de los empujones; de las carreras; de las prisas; de los agobios; de las ansiedades; de los sofocos; de los esperpentos; incluso de los empujones de las grandes superficies en donde parece que el tiempo se acaba y se quiere salir a toda costa de ese infierno del gasto banal y consumista. Me encierro. No quiero saber nada del exterior que tanto me oprime. Nada de nada. No quiero saber. Me recluyo. Fuera banalidades.

Mi cuento es recogido; sosegado; tranquilo; armonioso; de emoción; de reconocimiento; de conmemoración o incluso, me atrevo a decir, de pleitesía a un héroe, de mi héroe, por qué no decirlo, porque de eso tratan generalmente los cuentos ¿no? de héroes.

Pues vamos allá.

Voy a comenzar mi cuento como se suele hacer cuando se cuenta: "erase una vez que se era" de un día de un mes de Marzo o Abril, no se sabe con certeza si fue el uno o el otro, pero seguro que era en primavera donde la naturaleza se muestra esplendorosa y la vida cobra sentido con mayor fuerza, de hace muuuuuuuchooooooss añooooos,  que nació un niño, según la leyenda, en un pesebre al calor de un buey y una mula, en un establo porque nadie quería acoger a esa madre, de nombre María,  con dolores de parto acompañada de su esposo José. También dice la leyenda que una estrella llevó hasta ese lugar de nacimiento a tres magos, al parecer Reyes de Oriente, para ofrecerles regalos. Al tener conocimiento de este hecho los poderosos  e hipócritas del lugar y sus secuaces, desde ese momento, empezaron a preocuparse por ese niño, del que decían que era el rey que esperaban. Ya, un tal Herodes, cuando se enteró que este niño había nacido, mandó a su ejército de puerta en puerta por toda la ciudad de Belén para que, como no sabía quién era ese niño, mataran a todos los varones recién nacidos. Y así lo hizo, pero no encontró al niño que nació en el pesebre de un establo a las afueras de Belén, a quien le llamaron Jesús y a quien todo un Pueblo le estaba esperando como un Héroe que le salvaría de la esclavitud a la que estaba sometido.  Desde entonces, nos cuenta la leyenda,  por estas fechas, celebramos tres acontecimientos en su honor. El primero, con gran regocijo y alegría, el de su nacimiento,  el de Jesús, donde padre, madre e hijo están juntos en familia ,por eso, la Navidad. El segundo, muy triste e indignación, el de la matanza de los niños por mandato de Herodes, que murieron a manos del ejercito siendo inocentes y el tercero, el de los Magos de Oriente, al parecer reyes, que le llevaron regalos al recién nacido. Así se cierran estas fiestas sobre la leyendas de unos acontecimientos que sucedieron hacen muuuuuuchooooossssss añoooooos  de un niño nacido en Belén, en el pesebre de un establo, a las afueras de la Ciudad, al que le pusieron por nombre Jesús, que traía la esperanza de la liberación de su Pueblo con las única armas que puede blandir un hombre de bondadoso, como es  la Palabra para pedir la Paz y el Amor entre todos los hombre.


Simón Candón 22/12/2016