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lunes, 26 de noviembre de 2012

¿PELIGRA EL EURO?


La pregunta no es nada retórica. Se puede plantear, a estas alturas del siglo XXI en muchos países de la llamada Unión Europea, porque la realidad diaria se obstina en demostrar otra cosa bien distinta. Países como Grecia, Islandia, Irlanda, España, Portugal, Italia, Francia, etc. ven pasmados cómo sus ciudadanos cada vez rechazan más la moneda única, o al menos la práctica abusiva que de ella se hace por la Sra. Merkel y sus correligionarios.

Ha llegado a tal extremo que se está creando una corriente de opinión que rechaza todo lo germano. Y tampoco es eso. En Alemania, como en el resto de países miembros de la U.E., hay muchos ciudadanos convencidos europeístas. No todos tienen la misma obsesión por saciar a los insaciables banqueros alemanes.

El desasosiego de la banca alemana tiene además una explicación bien sencilla. Se calculan varios millones de euros el estropicio financiero cometido comprando bonos basura de EE.UU., los famosos subprime. Explicamos el episodio de todas las “inversioens” bancarias germanas porque no tiene desperdicio. Los bancos alemanes, en plena expansión de la economía, cogieron la espiral con tal velocidad que hay que cuestionarse si la bancarrota europea no es, en gran parte, culpa de sus imprudencias consecuencia de su avaricia y voracidad.

Así, para contribuir a la burbuja islandesa, aportaron 21.000 millones de euros. En Irlanda pusieron 100.000 millones sobre la mesa de los banqueros, a EE.UU., le dieron 70.000 millones a cambio de bonos subprime y en Grecia se han encargado muy mucho de ocultar las cifras, no hay posibilidad de saber lo que han puesto en el país heleno. En el mejor de los escenarios, los estudiosos creen que no es descabellado calcular una cifra total de “inversiones” de la banca alemana superior a los 300.000 millones. (Recomendamos la lectura del libro de Michael Lewis, BOOMERAN. Viajes al nuevo tercer mundo europeo. Ed. Deusto).

Ni que decir que el fiasco ha sido total. Deja mucho que desear la “eficiencia” alemana. Y todavía tiene el atrevimiento la Sra. Merkel, con el beneplácito del gobierno del Sr. Rajoy, de exigir a los bancos españoles que se pongan al día. Olvida decir que ella, su gobierno, aportó algo más de 150.000 millones de euros a su banca para que “tuvieran liquidez” no hace todavía ni un año.

Es innecesario hablar de la contribución de los bancos alemanes a la burbuja inmobiliaria española, tema que ya tratamos en su momento. ¿Se entienden ahora las exigencias alemanas de recortes y los envíos masivos de dinero de los países mediterráneos ribereños para saldar las deudas bancarias con las entidades financieras alemanas?. Y encima nos quiere hacer creer la Sra. Merkel que los alemanes no tienen culpa de nada, es más que son los únicos que aportan dinero a las arcas comunitarias, cosa totalmente falsa, como  ya hemos demostrado anteriormente (ver artículo ¿ES POSIBLE UNA UNIÓN EUROPEA SIN ALEMANIA? del 28 de mayo de 2012). El episodio deja en evidencia las cualidades que se presuponen en los germanos.

En el fondo subyace algo más que una operación fallida, o una gigantesca pifia protagonizada por la banca alemana en el mundo de las inversiones. Lo realmente importante es la confrontación entre las dos concepciones de las finanzas: la concepción judía y la forma de concebir la economía a la europea, mejor dicho a la alemana, que es otra cosa.

Que nadie quiera ver tintes xenófobos o matices tendenciosos en el empleo del término judío. Tan sólo se trata de una realidad contrastada. No es ni mejor ni peor, sencillamente es así.

Entre las grandes corporaciones bancarias a nivel mundial, exceptuando el componente chino que pensamos se trata de un episodio temporal, hay un predominio de la banca estadounidense que, dicho sea de paso, está dominada por el capital judío. Así  HSBC, J P Morgan Chase, Goldman Sachs, Wells Fargo… forman parte del llamado lobby judío bancario en EE.UU. Incluso en nuestro país, la mayor banca esta capitalizada por recursos de origen judío. Es sobradamente conocido que el Sr. Botín procede de una familia judía mallorquina. Queremos insistir que no se trata de una postura antisemita ni nada parecido, simplemente es la constatación de hechos, sin más intención.

Es más, las familias más influyentes en temas económicos en los EE.UU. de América son: Familia Rothschild con sede en Estados Unidos y tentáculos en Inglaterra, Alemania e Israel, la familia Rockefeller desarrollada en Estados Unidos y con fuerte influencia en el imperio americano y en Israel, la familia Morgan propietaria, además, de poderosos bancos en Estados Unidos, Inglaterra y otros países del mundo, la familia Warburg con sede en Estados Unidos y poderosas extensiones en Alemania, la familia Lazard de Estados Unidos y grandes influencias e inversiones en Francia, la familia Mosés Israel Seif, con poderes económicos y políticos en Estados Unidos, Italia e Israel, la familia Kuhn Loeb con sede en Estados Unidos y fuertes intereses en Alemania, la familia Lehman Brothers con sede e influencia en Estados Unidos, la familia Goldman, etc. Por los apellidos es fácil deducir el origen. Todos ellos tienen grandes influencias tanto en el mundo empresarial como en el mundo financiero.

Estos hechos nos llevan a conclusiones en forma de preguntas: ¿Qué se está dilucidando? ¿Cual será el final de esta guerra financiera? ¿Qué concepción resultará triunfante? ¿Qué cambios van a implicar la resolución de estas batallas?.

Nosotros llegamos a una conclusión, tal vez aventurada: van a resultar vencedoras, con todas sus ventajas e inconvenientes, las tesis judías. Por ello en los próximos años se nos acercan cambios sustantivos en las formas, el fondo y en las estructuras de las relaciones comerciales, financieras y sociales. Porque las tésis que abogan por resoluciones distintas, la verdad es que no son deseables. No queremos, ni debemos volver a los escenarios europeos de 1914 y 1939. 

Tenemos en puertas una revolución social y al decir revolución empleamos el significado expuesto en el Diccionario de Maria Moliner: 4.- Cambio muy radical en cualquier cosa.

Nino Granadero

lunes, 12 de noviembre de 2012

CONFIAR EN LA JUSTICIA



El Tribunal de Justicia de la Unión Europea acaba de dictar una sentencia que debería remover cimientos en nuestro país. Para este tribunal, los prestamos hipotecaros que se conceden en España vulneran la directiva 93/13 de la U.E.. Dicho en lenguaje vulgar: que los bancos nos están robando. Para que vamos a andarnos con rodeos, es la traducción al lenguaje de la calle de la sentencia.

Lo más asombroso del caso es que los representantes del pueblo, entiéndase diputados y senadores, no se han dado cuenta hasta ahora que los abusos de los bancos van contra cualquier principio de justicia. No se entiende que si se valora una vivienda en 300.000 euros por ejemplo, cuando se vaya a ejecutar un embargo por impago del préstamo concedido en base a los 300.000 euros, resulta que ahora, según el banco, vale 100.000. ¡Y los tribunales se lo tragan!. Parece que el tribunal europeo ha caído en la cuenta que el principio de justicia brilla por su ausencia en estos contratos y, mucho más en su ejecución. A lo mejor ya va siendo hora de que algunos presenten un papelito donde digan que dimiten; simplemente es hora de que en política también exista coherencia. O, ¿es mucho pedir?.

Quién piense que el tirón de orejas del Tribunal de Justicia de la Unión Europea ha causado algún efecto, a lo mejor en poco tiempo se da cuenta, que es tan sólo un espejismo y que hay mucho caradura suelto por la Carrera de San Jerónimo. La charla PP-PSOE tan sólo quedará en escena de sofá y algún que otro cafetillo. Muchos ciudadanos van a observar, una vez más, que la política económica en este país tiene sus despachos en el Paseo de Pereda nº 9 (Santander), en Plaza San Nicolás, 4 (Bilbao) y en Plaza Antoni Maura, 3 (Barcelona).
Lo más sangrante del caso es que han habido dos propuestas para modificar la Ley Hipotecaria. Y las dos propuestas han sido con mayorías distintas en el parlamento español y con gobiernos de diferente signo político: uno de derechas y otro de izquierdas. Al menos que se recuerde haber leído en la prensa, las dos propuestas de modificación han sido presentadas por dos formaciones políticas con representación minoritaria en el Congreso de los Diputados. Quizá por eso es por lo que han sido rechazadas. En ambas propuestas se recogía la dación en pago como forma de liquidar la deuda. Es lo más lógico: si Vd. compra un coche y no lo paga, se lo quitan y en paz, todo lo más le hacen pagar los gastos. Pero con las viviendas no.

Luego viene la ejecución de la sentencia: el desahucio. Y todo el lamentable espectáculo que acompaña a tan desagradable situación: funcionarios obligados a cumplir las órdenes, personas que ven cómo los esfuerzos de toda su vida se van al traste, niños que no entienden por qué van a tener que dormir en la calle, ancianos sentados en un sofá en la acera, etc. Se nos viene a la mente, de forma inconsciente, imágenes que confundimos con películas, en blanco y negro, de tahúres y usureros.

No es que nuestra sociedad conduzca a la deshumanización; es sencillamente que la postura draconiana de los bancos hace recordar el drama de William Shakespeare “El mercader de Venecia”. Con la diferencia de que en la obra shakesperiana la justicia impide, mediante la exigencia del cumplimiento literal del contrato, que no se ejecute la venganza del usurero, es decir el juez impone JUSTICIA. Ahora se cobra la libra de carne, da igual que se derrame sangre o que se perforen sentimientos en lugar de vísceras. Lo más importante es que los bancos cobren lo acordado, aunque a todas luces se trate de contratos leoninos, injustos e inhumanos, aunque eso sí totalmente legales. Y es que, recordando el aforismo, una cosa es la ley y otra la justicia.

No cuenta que la ejecución de la sentencia se acerque mucho a lo que una persona lega en leyes pueda considerar robar, legalmente eso sí, lo que convierte el robo en cobro. No importa que las consecuencias lleven a contar por cientos los suicidios, de los que tan sólo una mínima parte son reflejados en los medios de comunicación. A lo mejor es que no es políticamente correcto dar tanta información al populacho. Vemos como diariamente se arroja una mujer al vacío, se suicida un hombre en Granada, … El drama de perder la casa ya es habitual pero, no por ello, deja de pegarnos un pellizco al estómago cada vez que vemos cómo sacan los muebles a la calle y cómo un anciano se sienta en el sofá pasado de moda puesto en la acera.

Y nos surge a casi todos una pregunta: ¿a quién representan esos señores tan serios, formales y trajeados que ocupan pomposamente sillones de cuero y maderas nobles en el Congreso de los Diputados y en el Senado como si fueran sus propietarios vitalicios?. Podría dar la impresión de que en lugar de representar a los ciudadanos que los votaron, representan tan sólo a los bancos que les conceden los préstamos para financiar las campañas electorales.