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miércoles, 19 de agosto de 2009

PRESENTAMOS EN ESTE BLOG LA DECLARACION POLITICA QUE
HIZO EL PARTIDO EL DÍA 5 DE ENERO DE 2005


DECLARACION POLITICA

INDICE:

1.- Un nuevo partido para el siglo XXI

2.- Un proyecto integral para Andalucía

3.- Andalucía en la globalización

4.- Andalucía en un Estado común

5.- Unión Europea – Europa de los Ciudadanos




Andalucía, Enero 2.005





1.- UN NUEVO PARTIDO PARA EL SIGLO XXI


El Partido Social Demócrata Andaluz debe asumir el protagonismo y la responsabilidad de convertirse en el referente político de transformación real de nuestro país, en una alternativa progresista, comprometida con Andalucía y con un proyecto solidario para Europa.

Los últimos años han demostrado en la práctica el fracaso de los partidos tradicionales de la izquierda y derecha su capacidad para ofrecer proyectos innovadores y atractivos para los andaluces. Esta incapacidad ha ido fomentando apatías y desafección política entre los ciudadanos, sobre todo en los jóvenes, así como, la desilusión y un peligroso desprestigio del sistema de partidos y la propia democracia.

Los intentos de transformación de la derecha están quedando en mera apariencia, aunque es forzoso reconocer que su posición por la tecnificación y la eficacia de la gestión pública supone hoy un reto en la medida en la que amplias capas sociales desideologizadas, en la actual relativización y aproximación de las ofertas de la derecha e izquierda, están aumentando su apoyo a la opción conservadora. Por otra parte, la izquierda se reproduce a sí misma en sus viejos vicios y es incapaz de renovarse, trivializando su discurso y limitándose solo a cambios sin rumbo e improvisados de las personas, dando una imagen desalentadora para el mundo del progreso por el mantenimiento de privilegios personales e inercias neoconservadoras, no importando incluso su propia inmolación.

Ni siquiera las llamadas “terceras vías” o “nuevos centros” son una respuesta a los retos de la izquierda por su escasa capacidad innovadora y por ser una mera puesta al día formal ante el avance de los tiempos. Más que dar alternativas se adaptan y acomodan a la estrategia conservadora lo cual suscita más divisiones que adhesiones cuando no el desconcierto ciudadano.

Ante esta situación de dudas e indefiniciones, amplias capas sociales de Andalucía están esperando el catalizador de nuevas fuerzas emergentes que den respuesta, desde una perspectiva de progreso, a las nuevas demandas de la sociedad del nuevo siglo.

El Partido Social Demócrata Andaluz, en estas condiciones, debe asumir el nuevo liderazgo político en Andalucía y pasar a convertirse en la vía, alternativa real progresista, que aspira a gobernar Andalucía como partido determinante.

Su liderazgo político deberá demostrar su capacidad para trabajar en equipo y asimilar las contribuciones y sociedad civil en su conjunto.

La participación política es el principal síntoma de la madurez democrática y el compromiso comunitario en la medida en que es el instrumento más importante con el que cuentan los ciudadanos para transmitir sus demandas e intereses y para obtener respuesta.

En este sentido, los Social-Demócratas, abriremos la participación de todos los andaluces, hombres y mujeres, con el fin de crear un espacio público que enriquezca la democracia participativa y deliberativa en las que hay que involucrar a la sociedad civil.

No podemos limitar la participación de los ciudadanos al ejercicio de su derecho al voto sino que es necesario el mantenimiento de un diálogo fluido, constante, con los ciudadanos que someta a evaluación permanente nuestra acción política y su sintonía con las demandas de los diversos sectores, de tal manera que se establezca una alianza permanente entre los andaluces y su partido el Partido Social Demócrata Andaluz.



2.- UN PROYECTO INTEGRAL PARA ANDALUCÍA


Andalucía es más que un ideal, una palabra, una historia, una cultura. Andalucía es, sobre todo, sus hombres y sus mujeres; de ahí que, todo proyecto político en Andalucía deba tener como objetivo prioritario el progreso y el bienestar de los andaluces. Todos, hombres y mujeres, jóvenes y mayores, debemos participar en un compromiso colectivo de libertad y oportunidad para el progreso común y el bienestar social, alejados de la resignación, el inmovilismo y la dependencia.

El Partido Social Demócrata Andaluz debe encabezar ese proyecto, en el que pueden participar todos los afiliados/as, y todos los andaluces, de origen o de destino, que estén dispuestos a sumarse dentro de un proyecto común. El Partido Social Demócrata Andaluz, contra la estrategia desactivadora y uniformadora que propone la resignación y la trivialización de la identidad de los pueblos, le corresponde, desde luego, salvaguardar la identidad andaluza en un mundo globalizado, identidad entendida no sólo en la cultura o en una determinada cosmovisión sino en la tarea innovadora y solidaria de dar una visión andaluza del nuevo siglo en el que los andaluces, en el mundo de la empresa, las finanzas, los medios de comunicación, la producción cultural, la universidad, la investigación y desarrollo, las nuevas tecnologías, convirtamos a Andalucía, con su propia personalidad, en actor singular, en la globalización.

El Partido Social Demócrata Andaluz debe ser también el instrumento vigoroso de la transformación de nuestro país, ante el declive de la capacidad de movilización de los partidos clásicos en Andalucía de la derecha e izquierda, su sucursalismo y fracaso. Transformación, que debe involucrar a todos y no ser sólo un proyecto de partido, que hará de Andalucía un país equilibrado, en el que el desarrollo de determinados enclaves no suponga el abandono de otros y perpetúe fracturas territoriales, insoportables en un proyecto que es Andalucía en su conjunto. En ese objetivo, hay que incorporar a los jóvenes, desde la comprensión de sus problemas, aceptando sus aportaciones, en un compromiso intergeneracional por y para Andalucía.

El Partido Social Demócrata Andaluz debe convertirse ya en el referente de la autentica alternativa progresista real para los andaluces, como teoría y práctica esencialmente revolucionaria, y por consiguiente, directamente enemiga de las políticas conservadoras, desvertebradoras e insolidarias en nuestra Andalucía.

No se trata sólo de un proyecto identitario sino de una manera de comprender y explicar nuestra posición en el mundo, desde el compromiso y la responsabilidad, en una apuesta colectiva que, desde una perspectiva global, comunitaria e innovadora, se dota de un instrumento, el Partido Social Demócrata Andaluz, capaz de transformar y regenerar las estructuras profundas de Andalucía, cuando no erradicar los vicios que aletargan y condenan al inmovilismo a todo pueblo.

El Partido Social Demócrata Andaluz debe esforzarse por hacer compatible la asociación de diversos sectores e involucrarlos en la defensa de Andalucía, superando viejos conflictos de identidades. El denominador común debe ser el pertenecer y sentirse parte activa de una cultura política común que ponga los intereses colectivos del pueblo andaluz por delante de los localismos e individualismos y considere Andalucía como legítima protagonista de la construcción de un proyecto colectivo en el Estado, en Europa y en un mundo mejor.

Este proyecto asocia a los andaluces y los integra en una estrategia común de dinamización, en la realización del diagnóstico y en la definición de las orientaciones, prioridades y proyectos que implican a los ciudadanos en la acción, con una imagen moderna y positiva de nuestro país. Esa sinergia y apuesta común contribuirá y reforzará la identidad y la conciencia de Pueblo...


Andalucía no puede recrearse en sí misma, anclada en antiguas y autocomplacientes retóricas literarias que han sido instituidas y aceptadas, por conservadores y neoconservadores políticos y pseudo intelectuales de la derecha e izquierda, como un modus vivendi. Esa actitud ha generado una falta de ambición que ha sacralizado una ensoñada calidad de vida, placebo de una realidad distinta de desigualdades sociales y pérdida continua de los distintos trenes de desarrollo y bienestar social. Antes, la revolución industrial, hoy, si no reaccionamos, la revolución tecnológica. Por el contrario, nuestro país debe ser en el Mediterráneo el referente real de libertad, igualdad, progreso y solidaridad, así como el desarrollo económico, el respeto al medio ambiente y la sensibilidad.

El Partido Social Demócrata Andaluz apuesta por un desarrollo económico integral que potencie al máximo nuestras capacidades endógenas y rechaza la terciarización barata, que nadie nos debe imponer ni debemos resignarnos a asumir. Los Social Demócratas Andaluces defendemos un crecimiento económico sostenible y, en ningún caso, consideramos al PIB como referencia exclusiva del desarrollo de Andalucía, sino más bien un conjunto de indicadores como la educación, sanidad, demografía, comunicaciones, situación medioambiental y distribución de rentas que ofrecen una información más realista sobre los niveles de desarrollo de cada país.

En ese orden de cosas, debemos alcanzar una competitividad adecuada que nos permita presentar siempre un balance positivo de nuestros activos en cualquier foro de debate o poder. El reto de este inicio de siglo es dotarnos de infraestructuras físicas y capital humano suficientes, mejorar la gestión tecnológica, el resultado de las empresas, la eficacia de la Administración Pública y la creación de empleo estable y estructural.

Pero, estos retos no son traducibles a una mera situación estadística contable, se trata de tener o no tener poder político propio. De ahí que la voluntad de los Social Demócratas Andaluces persista en la creación y fortalecimiento de un poder político andaluz respaldado por resultados eficientes, que nos llevará a crear y mantener en Andalucía centros de poder y decisión económica, en todos los sectores, y estos serán, a su vez, los focos de creación de riqueza y empleo estable (Banco Andaluz).

Los Social Demócratas Andaluces defendemos una moderada pero persistente acción de los poderes públicos, frente a las fuerzas de libre mercado y creemos en un papel dinamizador pero no sustitutivo de la iniciativa privada, aunque reclamamos su intervención decidida y firme en los sectores estratégicos para Andalucía y en la generalización de las ventajas y los retos de la investigación, de las nuevas tecnologías y acceso al conocimiento científico. Andalucía necesita abrir el camino de una nueva cultura emprendedora que asocie inteligentemente al sector público y sector privado andaluz en objetivos comunes.

El respaldo Social Demócrata a la cosa pública debe materializarse y corresponderse con las formas necesarias para dotarnos de una Administración Pública apreciada por los ciudadanos, como instrumento ágil, dinámico y eficaz al servicio de los ciudadanos y no como una pesada carga o refugio de los que siguen creyendo en el Estado benefactor y empleador.

Por otra parte, la Universidad andaluza necesita una profunda transformación y abandonar su papel inmovilista, funcional y semillero de elementos para la terciarización. Su conexión con la sociedad que la sustenta debe alcanzar niveles de compromiso histórico para Andalucía. Así, las relaciones de colaboración con la empresa andaluza debe ser de una realidad inmediata, como la de crear mentalidades científicas y emprendedoras y no hacer de portadores del ensoñamiento en la inactividad subvencionada. Bien es ciento que la Universidad padece graves problemas de financiación que sólo se resolverán desde el convencimiento colectivo de su utilidad y de su responsabilización y compromiso en sacar a Andalucía de su postración e incorporarla al tren de las nuevas tecnologías e investigaciones aplicadas.


La colonización mediática y cultural, siempre latente, siempre anunciada y hoy patente, constituye una amenaza para la identidad política y cultural de Andalucía. Los Social Demócratas Andaluces apoyamos aquellos proyectos autóctonos en el mundo de los medios de comunicación de masas y en la producción cultural que se desarrollen en Andalucía y estamos decididamente a favor de una televisión y radio pública que vertebre a toda Andalucía. Sin embargo, la defensa y viabilidad de este servicio no debe ser una coartada para obviar el papel que el Estatuto y la legislación emanada del Parlamento andaluz asigna a la televisión y radio públicas.

Nuestro modelo descansa en una televisión y radio públicas vertebradoras, respetuosas con las diferencias, el pluralismo político y con sus propios profesionales, y, sobre todo, que mantengan, apoyen y dignifiquen la cultura, los productores andaluces y los valores tradicionales, históricos, sociales y no sirvan de altavoz del esperpento, el mal gusto y la falta de respeto de propios y ajenos. Esa defensa de lo nuestro debe materializarse en una imagen al exterior de lo mejor de nosotros mismos, en una presentación y escaparate permanente ante los ojos de todo el mundo de la Andalucía positiva, del progreso, la libertad y bienestar social.



3.- ANDALUCÍA EN LA GLOBALIZXACION


A partir de las distintas experiencias económicas, incluido el socialismo real o la economía de estado, se ha abierto paso la idea de que la economía de mercado, que no la sociedad de mercado, es la manera más eficiente, frente a otras experiencias históricas, de asignación de factores, bienes y servicios…Esa misma experiencia ha demostrado no obstante, las múltiples imperfecciones de los mecanismos de mercado, entre otros, las fuertes desigualdades en la distribución de las riquezas.

Desde la finalización de la Ronda Uruguay del GATT en Marrakech, en abril de 1.994, con la creación de la Organización Mundial de Comercio, se han llevado a cabo denodados esfuerzos por convertir la globalización en el paradigma del siglo XXI. Sin embargo, el fracaso de la llamada Ronda del Milenio en Seattle (USA), comparada por algunos con el mayo francés, ha puesto a las claras que es un intento fruto más del voluntarismo de partes interesadas que de un consenso multilateral de alcance mundial.

Tal y como estaba concebida la globalización, implica, sin decirlo, un durísimo periodo de transición, ya que se da una desigualdad estructural en la lista de salida que dejaría o ha dejado a muchos en la cuneta, produciendo, a su vez, drásticos aumentos de nuevas desigualdades y dualismo social.

El fracaso Seattle ha mostrado a la luz pública la incapacidad de la globalización para crear un mundo igualitario, de ahí, la “rebelión de los pobres”. En el fondo, se constata que los mercados no pueden sustituir a la política y que no podemos caer subyugados por la economía, sobre todo, por una economía sin responsabilidades sociales.

La globalización forzada no puede consistir en la consolidación de un sistema en donde la competencia, la deslocalización, el dumping social, la explotación sin fronteras, global, sobre todo de niños y de mujeres, la agresión ecológica, o a los consumidores, victima de la genética alimentaria, de las ventas sin garantías, siente las bases de un mundo insolidario, no amistoso, antidemocrático e inhumano en el que se consolide una transmisión intergeneracional de la pobreza de padres a hijos, siempre en las mismas regiones del Planeta, con la contemplación pasiva del primer mundo.

La globalización económica ha puesto de relieve la extraordinaria impotencia de las estructuras estatales para controlar los flujos de producción e intercambios. Los cambios experimentados en el escenario mundial plantean una reestructuración de las funciones tradicionales del Estado y nos conducen inmediatamente a formas de integración política superior, mejor dotadas y dimensionadas. En ese sentido, la inadecuación del Estado-nación está en relación directa con la necesaria aceleración del proceso de integración europea.

Para los Social Demócratas Andaluces, la globalización debe crear un espacio de libertad y de igualdad de oportunidades en donde sean compatibles los beneficios de una economía global con la conservación de valores, con el desarrollo económico de las regiones más pobres y la vertebración y fortalecimiento de la sociedad, con paz y justicia social.

Los movimientos realizados hasta el momento exigen el compromiso de defender una ética mundial de la economía y la política. Sin justicia social, derecho mundial a la salud, a la educación, a la igualdad de género, a la democracia, una distribución justa de la riqueza, junto con el establecimiento de la justicia internacional efectivas, para los Social Demócratas Andaluces, la globalización podría consistir, tan sólo, en una estrategia más de dominación.

La globalización también abarca a la cultura, a los valores identitarios, de ahí que pensemos que las nuevas tecnologías audiovisuales, Internet y las nuevas formas de comunicación y acceso al conocimiento, sin una decidida intervención de los poderes públicos que promuevan y hagan posible el acceso de todos, pueden constituirse en una nueva forma de exclusión y dualismo social.

Los Social Demócratas Andaluces creemos que estamos en una gran oportunidad desconocida, inviable en la historia pasada, de mundializar la justicia social, el desarrollo y el bienestar de los pueblos para lo cual hay que contar e incluir, y comprender desde la solidaridad, a los pueblos más necesitados. Por primera vez, es posible un marco para la cooperación internacional voluntaria con la erradicación definitiva del uso de la fuerza y violencia.


La globalización no puede consistir, por otra parte, tampoco en la homogeneización y “macdonalización” de las culturas y los pueblos. La diversidad cultural creó e hizo posible la humanidad y hará posible, desde la solidaridad mundial, su supervivencia.


4.- ANDALUCÍA EN UN ESTADO COMÚN


Frente a los defensores de un estado mínimo o a aquellos que han desprestigiado a los poderes públicos mediante la corrupción o su conversión a una sociedad mercantil al servicio de los intereses personales, el Partido Social Demócrata Andaluz reclama la regeneración del Estado y la asunción de su función más importante en una Europa más unida: la de ser el inductor a la igualdad política, económica y social entre todos los ciudadanos y todos los pueblos que la componen.

El Social Demócrata andaluz rechaza los comportamientos viciados de los sucesivos gobiernos de la izquierda y la derecha que sostienen un concepto patrimonial del Estado, confundiéndose a sí mismos y a sus partidos con el Estado de todos, realizando una política sesgada y clientelar, premiando a los gobiernos autónomos del mismo signo o asociados, atrapados por la burocracia de sus partidos, faltando a su función redistributiva e igualitaria, de forma que el Estado de todos es considerado como mero instrumento al servicio de los intereses de los partidos en el gobierno.

Igualmente, el Partido Social Demócrata Andaluz rechaza el resurgimiento del nacionalismo centralista que ignora la voluntad mayoritaria de los pueblos de España a favor del autogobierno y un Estado federalizado que presuponga un reparto real del poder y no una mera descentralización. Esta actitud centralista genera un modelo en donde preside la falta de cooperación y desconfianza mutua que se traduce en un enfrentamiento institucional y fricción constante que repercute de manera negativa en la consolidación del modelo de Estado.

El Partido Social Demócrata Andaluz apuesta por el federalismo y por la defensa de la igualdad en la diversidad, en un Estado común para todos los pueblos de España, en equilibrio y solidaridad, en una Europa sin fronteras.

Creemos en un proceso de federación progresiva del Estado en el que Andalucía debe asumir su protagonismo.

En un proceso de integración política europea, los Social Demócratas Andaluces abogamos por la desaparición total de las fronteras y por la aplicación del principio de subsidiaridad que establezca, desde una perspectiva federal, los límites y el ámbito de los poderes andaluz, estatal y europeo.

Para ello, en una cultura política de lealtad federal y respeto de las diferencias, reclamamos el cumplimiento total del Estatuto de Autonomía y su puesta al día simultanea, mediante una modificación y reforma, para adaptar el Autogobierno de Andalucía al proceso de integración europea y para permitir que Andalucía tenga el protagonismo político que le corresponde en razón de su peso específico en el Estado común.

El Partido Social Demócrata Andaluz defiende las reformas constitucionales y los acuerdos necesarios bilaterales y multilaterales para avanzar en esta dirección y propone los cambios institucionales y políticos necesarios. En particular, la reforma del Senado, para convertirlo en una cámara territorial de primera lectura en donde se conforme la formación de la voluntad política general de los distintos pueblos. Igualmente, proponemos la reducción, limitación y aclaración de la legislación básica, así como el concepto de supletoriedad de las leyes y desaparición de la doble Administración.

Con respecto a la integración en la Unión Europea, desde el enfoque federal el Partido Social Demócrata Andaluz defiende el derecho de codeterminación, es decir la participación de las instituciones de autogobierno de Andalucía en la formación de la voluntad política común en las instituciones de la Unión, a las cuales considera como propias, y la presencia en la delegación española de los representantes andaluces cuando se trate de materias de competencia exclusiva o cuando Andalucía tenga interés legítimo.

En relación a la justicia, el Partido Social Demócrata Andaluz reclama su descentralización y federalización, así como la participación de la Junta de Andalucía en el nombramiento de los magistrados del Tribunal Constitucional.

Igualmente, defendemos la interiorización del régimen local, empantanado en un sistema bifronte, o de doble dependencia gobierno central/gobierno autónomo, que impide el pleno desarrollo de la administración local como instancia más próxima a los ciudadanos. Asimismo, es necesaria la participación de Andalucía en las decisiones sobre las grandes líneas macroeconómicas y de infraestructuras del Estado, así como en la definición y gestión del sector público estatal y en el diseño de las grandes líneas tecnológicas en materia de información y acceso al conocimiento como factores determinantes para perfilar las posibilidades de progreso y bienestar social.

En cuanto a la financiación, abogamos por la progresiva federalización fiscal. Esto implica que Andalucía, dentro del respeto a los principios de igualdad y solidaridad entre los pueblos del Estado, debe participar en un sistema que garantice su autonomía política real y la suficiencia de medios y asumir sus propias responsabilidades en las decisiones descentralizadas presupuestarias, tanto en los ingresos públicos como en el gasto.

El diseño fiscal debe ser estable, consensuado entre todos los pueblos, que garantice el papel redistribuidor asignado al Estado. Pensamos, además, que en nuestro proyecto de interiorización del régimen local, la financiación municipal debe estar incluida igualmente en un acuerdo global de financiación. Por otra parte, dentro de las reformas institucionales propuestas, el Senado debe ser el locus adecuado para el debate y las decisiones sobre la financiación y no el Consejo de Política Fiscal y Financiera. Andalucía, igualmente, debe corresponsabilizarse y participar en la Agencia Tributaria.

Complemento último de todo lo dicho debe ser la gestión en Andalucía de todos los recursos estructurales procedentes de la Unión Europea, incluido el Fondo de Cohesión, como recursos propios.

El Gobierno de Andalucía debe ocupar el lugar que le corresponde ante el evidente cambio en las funciones tradicionales del Estado en la Europa unida. El nuevo escenario europeo prima la búsqueda de una mayor flexibilidad y proximidad a los ciudadanos. El viejo sistema político-administrativo representado por el Estado tiende a fragmentarse en redes de intereses estructurales en las que la necesidad de una mayor adaptación a la diversidad de identidades representada por los poderes locales y autónomos le concede a estos últimos, frente al Gobierno central, un papel estratégico.

Con respecto al Gobierno central, el Gobierno de Andalucía cuenta con ventajas comparativas evidentes. Una de ellas está representada por la innovación institucional, entendida como el conjunto de interrelaciones entre los distintos actores que operan en Andalucía. Igualmente, el Gobierno autónomo está en mejores condiciones de movilizar los recursos endógenos y promocionar una red local cohesionada, acercada a la realidad, con una capacidad mejor de insertarse en las redes europeas. Todo ello, favorecido por las nuevas tecnologías de la comunicación que crean un clima favorable para la descentralización y la difusión de los conocimientos, sin límites, ni fronteras, superando los poderes, jerarquías, competencias y estructuras establecidas en torno a los Estados.

En definitiva, el Gobierno autónomo debe tener entre sus objetivos convertir a Andalucía en protagonista colectiva de su futuro en Europa y en el Mundo.


5.- UNION EUROPEA: EUROPA DE TODOS


El Partido Social Demócrata Andaluz tiene un proyecto federal de Estado común para las naciones que conforman España en una Europa común; una Europa de los Pueblos, en donde la interdependencia y el respeto a las diferencias sea el hilo conductor de un modelo solidario.

El proceso de globalización pone de manifiesto que la estructura tradicional de los Estado-nación es demasiada pequeña para resolver problemas de alcance mundial y demasiado pesada y obsoleta para entender problemas de dimensión subestatal. Es decir, el espacio estatal no sólo se ha estrechado, sin autonomía para representar intereses generales en su propio seno, sino que es igualmente ineficaz para resolver, en solitario, problemas que hoy trascienden sus viejas fronteras.

Hoy, asistimos a una transformación en profundidad del poder. Nos movemos más allá de los límites del Estado-nación, en una Europa sin fronteras en la que, a pesar ello, incomprensiblemente, el principio de subsidiariedad y el derecho de codeterminación, o bien está tímidamente desarrollado, en el primer caso, o está absolutamente desoído por los Estados de cultura más centralista, como es el caso del Reino de España, en el segundo. Mientras tanto, una nueva actitud marca la diferencia en Estados como Alemania, Bélgica o el Reino Unido que caminan por la senda de una nueva cultura política participativa.

En la nueva dimensión de la economía, en la mundialización, los medios de que disponen los Estados para efectuar tareas de control, son insuficientes para proteger a los ciudadanos frente a las agresiones externas. Preocupaciones de candente actualidad como la contaminación trasfronteriza, los desastres ecológicos, la inmigración, la seguridad, la delincuencia internacional, el comercio, los vaivenes de los mercados y las crisis financieras, por ejemplo, no obtienen del Estado la respuesta adecuada.

Sin embargo, mientras más importante es la dimensión de los grandes retos más se resuelven a través de compromisos interestatales, o redes opacas del poder, y más decisiones políticas y económicas se sustraen de la arena de la formación de la opinión y la voluntad democrática de los ciudadanos, ignorándose o dejando en un segundo plano el papel legítimo de las instituciones europeas, con lo que Europa, como está hoy concebida, adolece de un déficit democrático no admisible en el proyecto de construcción política europea, obstaculizada por el celo del nacionalismo de Estado. Es decir, la legitimidad de la Unión no surge de la representatividad sino de la funcionalidad al servicio de los Estados.

Por otra parte, Europa no debe limitarse, en su proceso de integración, a convertirse en un actor global más. No podemos admitir, además que, en una visión exclusivamente economicista, la insolidaridad interterritorial históricamente existente dentro de nuestros Estados, se reproduzca ahora a escala europea. La insolidaridad interestatal crea nuevas divisiones del trabajo o fracturas sociales y territoriales en la Europa Unida, bajo el pretexto de unas pretendidas ventajas y el engaño y diabólico juego de las medias estadísticas que ocultan, en la realidad, desigualdades sociales y territoriales. No podemos aceptar, tampoco, que se fomente, sin más, la competencia entre enclaves productivos locales o regionales, sacralizando la competencia, como único valor de la unidad europea y no la cooperación y complementariedad.

Ante esta situación y peligro latente, los Social-Demócratas Andaluces reclamamos el fortalecimiento y la federalización europea mediante un compromiso constitucional intereuropeo que avance y supere las limitaciones del Estado-nación y represente formas de relaciones interregionales que respetando las singularidades culturales, políticas y económicas de los pueblos establezca instituciones federales fuertes y consolidadas.

Los avances en la integración económica, financiera y de mercados están creando, por otra parte, fricciones entre economías nacionales aún heterogéneas y conflictos entre intereses de los Estados, a veces trascendidos por otros intereses asociados de carácter transnacional, que no se pueden superar mediante la negociación interestatal sino a través de una verdadera evolución hacia una federación europea. La federación permitiría contar con instituciones con la suficiente fuerza política para decidir aplicar medidas correctoras de los mercados y establecer mecanismos reguladores redistributivos, auténtica solidaridad, ante la tímida influencia de unos fondos estructurales que, si bien han sido válidos hasta ahora, están hoy en serio peligro de desaparición debido a las nuevas ampliaciones o a la insolidaridad y egoísmo de determinados Estados miembros.

Una Europa unida y federal permitirá además recuperar y asumir el papel perdido por los Estados frente al potencial capitalista de devastación ecológica, social y cultural, en su versión más feroz y global.

La primera prioridad europea debe consistir en una acción coordinada y armonizada para la creación de empleo. En un marco económico sano, tras los esfuerzos de contención del déficit público, se han producido, sin embargo, nuevos distanciamientos en la Europa de la periferia económica debido a una política de gasto e inversión restrictiva que, si bien ha conseguido la convergencia nominal ha fracasado en la convergencia real. La convergencia nominal ha supuesto un esfuerzo muy superior para las regiones europeas peor dotadas y está suponiendo para el futuro un lastre que mina la competitividad. Es más, podemos calificar, sin temor, la situación creada de divergencia real.

Esto implica que la Unión federal tiene que contar con una política fiscal y económica propia y también incluir entres sus objetivos la defensa de políticas productivas de relevancia social como la agricultura y la pesca, aumentar y materializar su compromiso de cohesión económica y social en la elevación de los equipamientos e infraestructuras, en formación de capital humano y en innovación y desarrollo tecnológico para ahondar las diferencias existentes entre las distintas regiones europeas.

Significa también el establecimiento de mecanismos reguladores de redistribución que superen la cicatería de los fondos estructurales y compensen los efectos de un mercado sin control, ni alma. Un mercado unido en el que no todos hayamos partido desde la misma línea de partida sólo beneficiará a los mejor preparados y equipados y profundizará las fracturas sociales y territoriales en Europa. Es decir, es necesaria una solidaridad de base mediante una redistribución coordinada que necesita previamente una reforma del presupuesto que garantice el principio progresivo, de tal manera que sean los Estados más ricos los que más contribuyan.

Por último, la Europa unida debe profundizar en la Europa social, en la defensa del medio ambiente y en una dedicación especial a la integración de los jóvenes, la igualdad de género y la lucha contra el racismo y la xenofobia.

Europa debe avanzar en el camino de una Constitución política, apuesta federalista frente a los europeístas del mercado, base de legitimación propia para las instituciones, Parlamento, Consejo, Comisión y Tribunal de Justicia, que reconozca los derechos constitucionales de los pueblos europeos a participar como actores colectivos en una Europa Unida. Esto supondría ensanchar las bases de legitimación que acompañarían al aumento de la capacidad política.

El objetivo a largo plazo debe ser la eliminación progresiva de las divisiones sociales y de la estratificación de la sociedad mundial, sin menoscabo de la especificidad cultural de los pueblos de Europa.



Todo este conjunto es la política que desde el Partido Social Demócrata Andaluz fijamos como nuestro horizonte, para la liberación cultural y económica de todos los andaluces y de todos los pueblos de Europa.

El Partido Social Demócrata Andaluz aboga porque la Europa de las Naciones se convierta en los Estados Unidos de Europa con:
- Un Ejercito común
- Un Banco Europeo común
- Un Parlamento Europeo con presidente y gobierno
- Una política Europea común
- Un Tribunal de Justicia común
- Un Idioma común.