Seguidores

jueves, 27 de julio de 2017

LA MUERTE DE UN DELINCUENTE

Hay muertes que, por la identidad del fallecido, tienen una gran repercusión mediática. Y a pesar de que sobrevuela una consigna de silencio que nadie ha dado, es un secreto a voces que no interesa a muchos que se aireen determinadas situaciones. Recogiendo el dicho popular: cuanto más se remueve la mierda, más apesta. Sea bien entendido que no hay ánimo de ofender ni al fallecido, ni atacar a la moral de ninguno de sus allegados y amigos.
Miguel Blesa era un delincuente.  Así lo había dictaminado una sentencia judicial por la que se le impusieron 6 años de cárcel por haber cometido un delito de apropiación indebida, vulgo: robar (Caso de las tarjetas black). Hasta aquí nada que no sea conocido por la opinión pública. Una sentencia condenatoria por haber cometido un delito implica que el condenado es un delincuente, lo de calificarlo como delincuente de guante blanco o de ganzúa es harina de otro costal.

Pero el fallecido, tristemente fallecido para sus allegados, tenía pendiente otros dos juicios en calidad de acusado: uno de ellos por estafa en el caso de las Preferentes y el segundo por los sobresueldos de Caja Madrid. A los seis años de cárcel que ya redimía, se podrían acumular, posiblemente, un mínimo de otros diez años de reclusión. Para Blesa iba a suponer ingresar de nuevo en prisión ya que, ahora sí, había sido condenado con anterioridad y por lo tanto, no podría gozar de ventajas a la hora de revisar a la baja su expediente carcelario.

¿Puede haber pesado demasiado el negro panorama que se le presentaba a Blesa para tomar la decisión de suicidarse? La teoría del suicidio es la que parece tomar cuerpo en las investigaciones, al menos es lo que se filtra en la prensa en estos momentos. No es que dudemos de la próxima versión oficial sobre la muerte del tristemente famoso fallecido, pero son muchas las interrogantes que se plantean en estos momentos: ¿Beneficia a alguien la desaparición de Blesa? ¿Quién devolverá lo robado si la Justicia dice que hay que reponer lo sustraído? ¿Continuarán los procesos abiertos a pesar de que ya no pueda ser acusado por haber muerto? ¿Sus familiares tienen responsabilidad? ¿Responderá la entidad financiera del fiasco y de la mala gestión, parece que intencionada, del que era su máximo responsable?... Son muchas las dudas que surgen y muchas las inquietudes de los perjudicados. La justicia debe actuar con criterios de equidad acordes con la moralidad (o falta de la misma) de los acusados y las justas aspiraciones de los perjudicados.

Si por algo pasará a la historia Miguel Blesa, a pesar de que poderosos intereses tratarán de ocultar la basura con cenizas, humo, gruesas cortinas y todos los medios a su alcance, será por ser el máximo responsable de timar a más de 3.000 pensionistas. El título de timador, al menos para la mente de los estafados, no se lo quita nadie. El poder y los medios que sean capaces de exhibir y costear los que se beneficien de acallar el escándalo, determinarán el tiempo que dure en la memoria el “honorífico” título de embaucador.

Atrás quedan los ancianos engañados con las preferentes de Caja Madrid, presidida en aquellos momentos por el ¿suicidado? Esos más de tres mil pensionistas perdieron los ahorros de toda una vida de esfuerzos con los que habían previsto suavizar y mejorar el resto de sus días, los años de merecido descanso, el derecho a tener una calidad de vida y una seguridad económica que pisotearon, con malas artes, estos buitres embaucadores que les dieron el timo de la estampita en forma de “preferentes”.

Por cierto que nadie ha salido hasta el momento para lamentar la muerte del Sr. Blesa. ¡Qué desagradecidos son algunos!, o muchos.

José Campanario