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lunes, 7 de enero de 2013

VUELTA A EMEPEZAR


Terminaron las fiestas. Curioso y real. Habrá un gran intervalo en las felicitaciones masivas en tropel y buenos deseos entre todos nosotros hasta que pasen casi los trescientos sesenta y cinco días que tarda la rotación de la tierra alrededor del astro Sol, dios de la luminosidad, para que volvamos a utilizar la costumbre rutinaria de los tiempos de repetir los mismos conceptos de querernos mucho, incluso desearles felicidad, paz y amor a nuestros enemigos.

Terminaron las manifestaciones públicas en los diferentes medios audiovisuales de solidaridad en recogida de alimentos, aportaciones económicas y presencia de personajes famosos de actualidad para ayudar a los más necesitados.

Terminó el rito que, año tras año, repite las mismas costumbres, con pocas novedades, y con la voluntad y la esperanza de que, a partir de las próximas fechas, los avatares de los días sean mejores para todos.

Poco a poco se irán los tiempos deseados en estas fiestas y la pompa de jabón que los envolvió, explotó con un pinchazo de los días reales y cotidianos de las pillerías, de las desmemorias, de la mala leche, de la intolerancia, de los desmanes y de los egoísmos.

Despertaremos del sueño, en un sobresalto, y nos preguntaremos qué ha pasado mientras dormíamos en la noche luminosa de luna llena, tranquila y hermosa, con su carita redondita.

Y empiezan, de nuevo, a rodar los días de los contubernios diarios en los distintos lugares de la faz de la tierra.

Y los nuevos barcos piratas transitan los mares y los océanos cargados de esclavos económicos y primas de riesgos, sembrando el terror en cada puerto o isla en donde atracan. Ya no los capitanean la casta de tipos de un parche en un ojo, o la casta de tipos de una pata de palo. No. Es otra Casta. Son otros tipos los que han tomado las capitanías de los mismos en una rebelión brutal. Son más inmisericordes que los anteriores. A su paso van dejando muertos, edificios en esqueletos, campos arrasados y quemados, miserias, ruinas e indigencias, desesperanzas e impotencias.

Y continuaremos soportando los yugos de los tiempos porque somos animales de costumbres. Aceptaremos las reglas del juego. Asumiremos todo lo que nos impongan la nueva Casta. Protestaremos, pero no nos moveremos ante la nueva situación. Abusarán de nuestra pasividad y gozaran y disfrutaran de nuestras riquezas. Continuaremos conformándonos con las migajas caídas de esa gran mesa llena de viandas, y esos manjares se los comerán los de siempre. Y estaremos conformes, porque no haremos nada para impedirlo.

Y llegará a su término el intervalo que decíamos al principio y diremos y nos desearemos las mismas cosas que nos dijimos y deseamos entonces, quizás con nuevas connotaciones. Habrá pasado el tiempo y diremos que es pasado y que poco importa porque no puede hacer daño; Entonces, nos fijaremos en el futuro y en las promesas y esperanzas de buenas bonanzas, para olvidarnos, de lo más esencial, del presente, del aquí y ahora, que es lo que realmente hace que exista el futuro. Y seguiremos igual y no protestaremos.

Simón Candón 7/12/2012