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lunes, 8 de abril de 2013

"¡QUÉ CLARIDAD DE CONFUSIÓN!"

Cansado de pedirle que cumpla su programa. Cansado de pedirle que diga la verdad. Cansado de salir a la calle. Cansado de denunciar sus argucias y patrañas para mantenerse en el poder. Cansado de decirle tantas cosas, incluso, cansado, ya, de pedirle su dimisión, parece que no me queda otra que renunciar a mi empeño y darme por vencido. Y he ahí la madre del cordero. Reflexionando sobre el particular, ni siquiera me pregunto ¿Qué tendrá el poder para que resista a toda clase de peticiones y continúe en él?, ¿para qué?, a una de las conclusiones a la que llego es que, precisamente, actúa de esa manera para aburrir al Pueblo y que éste entre en la apatía y en la desgana y concluya su protesta para que termine en el conformismo más absoluto, dejándolo sin capacidad de reacción y lo deje campar a sus anchas.

Siendo lo anterior grave, que lo es sin duda alguna, peor es el miedo al que tiene sometido al Pueblo de viernes en viernes, quitándole los derechos adquiridos y con la amenaza continua de que todavía es poco.


Éste prenda tiene al Pueblo apabullado y secuestrado en el sendero de la pobreza, y así, cada semana, le cuenta al Pueblo una nueva milonga. En su corto recorrido de poder absoluto, ha logrado que el Pueblo lleve el paso cambiado. Si, el paso cambiado. Y precisamente, amparándose en el Pueblo, que dicho sea de paso le otorgo ese poder absoluto por medio de los votos, toma decisiones en contra del mismo, porque es verdad que el Pueblo le dio ese poder, pero le dio ese poder para que hiciera lo contrario de lo que está haciendo, que fue lo que le prometió y no que lo llevara a la tasa de paro más alta nunca habida, a la desgana, a la apatía y a la pobreza más mísera, a la que había perdido de vista hace décadas y décadas de tiempo, tampoco le dio ese poder absoluto para que vendiera al mejor postor el País, con tal de hacer caja para pagar no se qué deudas a Alemania, precisamente deudas creadas por “los impostores”.

Me decía un amigo: el dinero tendría que ser o pasarle como a los ajos, que de un año al otro, no valiera nada, vería como nos las espabilábamos. Pues eso.

Como todo es falso, aunque es verdad algo de lo publicado, dícese del caso Bárcenas, tendré que concluir con lo que apostilla la imagen: “¡Qué claridad de confusión!

Simón Candón 8/04/2013