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miércoles, 23 de diciembre de 2015

¿CAMBIO HISTÓRICO?


Habríamos preferido dejar pasar unos días para exponer nuestra opinión sobre los resultados electorales, sus posibles consecuencias y las responsabilidades que deberían asumir cada cual, para tener unos criterios más objetivos, sensatos y la serenidad que otorga la tregua temporal buscando la imposible finalidad de la imparcialidad. La realidad es que no nos podemos permitir el lujo de perder tiempo pero al menos vamos a intentar mantener el equilibrio y la equidistancia en nuestros juicios.


Los resultados son rotundos: nadie tiene mayoría absoluta; es más, en un alarde de democracia y de rebeldía de los electores, los ciudadanos han decidido que ni siquiera con el acuerdo de dos grandes formaciones políticas pueda darse una mayoría parlamentaria. Será preciso el acuerdo entre al menos tres formaciones con amplio peso en el Congreso de los Diputados, para que un Gobierno goce de estabilidad con la que atacar un programa, en el mejor de los casos, consensuado. Ni siquiera una coalición entre PP-C’s o entre PSOE-Podemos, en ambos casos los que más se acercan ideológica y sociológicamente, puede llevar la tranquilidad a los sillones azules del futuro gobierno. Hay algunos acuerdos imposibles y contra natura, por mucho que algún que otro “elefante blanco” se empeñe. Un acuerdo PP-PSOE sería un salto al vacío para ambas formaciones; mucho más quizás para los socialistas como consecuencia de los posos ideológicos de izquierda.


ESCAÑOS 2015           VOTOS 2015               ESCAÑOS 2011           VOTOS 2011
PP              123               7.215.530                    186             10.830.693
PSOE            90               5.530.693                    110             6.973.880 


En buena lógica, las dos formaciones que entran por primera vez en el parlamento, Podemos y C’s, tan sólo han conseguido beneficios sin ningún desgaste, y ello a pesar de que Ciudadanos, según las encuestas, tenía unas perspectivas mucho más halagüeñas.













Si tenemos en cuenta que el PP ha pasado de tener el 44,62% de los votos en 2011 a un pírrico 28,7% (a pesar de seguir siendo el primer partido), ha supuesto el mayor batacazo, tanto porcentual como en votos absolutos. A la zaga le sigue el PSOE que de haber conseguido el 28,8% en 2011 se ha quedado en un 22,00, lo que le supone casi 9 puntos perdidos. Está claro el mensaje de la ciudadanía: hartos de ver siempre las mismas caras y los mismos incumplimientos. Los ciudadanos están cansados de mentiras, corrupción y alejamiento de la clase política y han optado por dar su confianza a otras formaciones a las que premiará o  castigará en próximos comicios. La ocasión de oro para Podemos y C’s no va a tener segunda parte: o cumplen y se ganan definitivamente la confianza de los españoles, o irán al rincón de los malos, al averno político. No estará de más que el PSOE reflexionara si en un futuro próximo los votantes no le otorgan un papel de partido bisagra. Es posible que todavía les quede otra oportunidad para ser protagonista de la escena política. ¡Al tiempo!  
    
Vistos los crudos números que arrojan los resultados hay dos grandes perdedores. En primer lugar el mayor perdedor es el PP que deja en la cuneta 3.615.163 votos. Le corresponde el segundo lugar al PSOE que se deja atrás nada más que 1.443.187 votantes que no le dan su confianza. Son palabras mayores, mucho más en el caso del PSOE que ya perdió más de 4 millones en 2011 respecto a 2008. 
       
Al nuevo gobierno cuando se forme, suponemos que serán agotados o casi agotados los plazos por lo complicada que se presenta la negociación, se le va a exigir lo que han expresado los ciudadanos en las urnas: derogación de leyes injustas, modificación de una interesada, obsoleta y elitista ley electoral y el blindaje de los derechos de los ciudadanos en su doble vertiente: social y laboral. Y tampoco, ya que estamos en el tajo, estaría mal dotar de una independencia y profesionalidad real a la Justicia.

Lo demás no va a ser entendido por la ciudadanía y, cuando llegue el momento, castigará o premiará a los que asuman las tareas de gobierno. La verdad es que no es de agrado el caminito que les queda a los que les “toque la suerte” de asumir carteras ministeriales. 
  

Nino Granadero