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martes, 13 de octubre de 2015

12 DE OCTUBRE


Desde este mismo momento lo anuncio: voy a ser tan respetuoso con todas las opiniones que no voy a intervenir en debates sobre este artículo. No pienso pronunciarme ni en contra de los que pidan el cadalso para el firmante, ni con los que anuncien su adhesión inquebrantable. Y, en lenguaje popular, pongo el parche antes de que salga el grano porque sé que creará polémica la opinión personal reflejada en estas líneas. Opinión, a la que por cierto tengo derecho y merece todo el respeto, dicho sea de paso.

A modo de introducción decir que sigo manteniendo las posturas progresistas, sin ataduras partidistas, que vengo manteniendo desde hace muchos años. Y por otra parte progresismo no está reñido, con defensa de nuestra entidad, de nuestra esencia como pueblo, en modo alguno; a juicio de este humilde autor, no es incompatible ser progresista con ser español.

Me han decepcionado las posturas de ciertos personajes públicos de los que llevan por bandera las libertades, la verdad y a los que la palabra pueblo les rebosa en cada frase que sale de su boca. La falta de personalidad, el ceder a la presión chantajista de los votos fáciles y faltos de rigor, el escaso bagaje cultural en términos históricos que al parecer atesoran, y el ceder a la tentación de sentarse en un sillón respaldado por un sueldo público, han podido más que la seriedad, la conciencia y la defensa de la entidad de los ciudadanos a los que representan o al menos, deberían representar. Y estas posturas lo único que hacen es ahondar en la leyenda negra de los “conquistadores españoles de América”. Hay que ser mucho más serios, más rigurosos y más coherentes y llamar a las cosas por su nombre. Lo repito: ¡me han decepcionado!.

No hay hecho más trascendente en toda la historia de la humanidad, de esta humanidad de la que formamos parte, que el descubrimiento de América en el año 1492. Y ese descubrimiento, aunque les moleste a muchos, lo hicieron los españoles, nuestro compatriotas, con muchas limitaciones materiales, con muchas penurias y poniendo en serio peligro sus vidas. ¡Pese a quienes le pese!. Eso, me repito, les duele a muchos y no lo perdonan.

En Iberoamérica, a mi me gusta más denominarla Hispanoámerica, todavía hay muchos países que siguen hablando de la Madre Patria, que siguen festejando el 12 de octubre, que siguen estando muy orgullosos de sus raíces hispanas. Hay, a modo de anécdota un estado del poderoso gigante yanqui, que continúa manteniendo como idioma oficial el español, que sus ciudadanos casi en un 100% siguen hablando español en todas sus manifestaciones sociales, laborales y políticas. Es más hay una corriente política, muy incardinada entre la ciudadanía, que manifiesta sus deseos de volver a pertenecer a España. Y todo eso a pesar de los gobernantes que sufrimos en nuestro país, en España, a pesar de los desgobiernos que soportamos desde hace casi veinte años.

Aquí habría que recordar al político “indigenista” Evo Morales que es precisamente en su país donde hay más indígenas, porcentualmente, de todo el continente americano. También habría que recordar al Sr. Morales que Bolivia fue “colonizada” por los españoles. Todavía perduran a lo largo de toda la geografía del sur del continente americano y de parte de la poderosa Norte América (mal llamada así), las obras civiles, religiosas y culturales que los españoles, los “colonizadores”, hicieron en beneficio de los habitantes de aquellas tierras. Las universidades fundadas en el XVI o el XVII siguen siendo punteras en países como México, Uruguay, Chile, Argentina, etc. Desafío a cualquiera que ponga ejemplos similares en EE.UU, colonizado en parte por los ingleses y expoliado más tarde mucho de su territorio a México.

No se puede enjuiciar, con criterios del Siglo XXI, hechos ocurridos hace seis siglos. Ni la sociedad del siglo XV era la misma, ni los métodos eran igual que en la actualidad, ni la consideración de los derechos humanos era igual. Tampoco eran iguales las guerras. Y hay que ser rigurosos: cuando los españoles llegaron a muchos de aquellos territorios, encontraron pueblos en auténticas guerras civiles que les pagaron por ponerse a su lado frente a los adversarios, como ocurrió con Moctezuma. No hay que olvidar que a Hernán Cortés le fue regalada una princesa por uno de los reyes indígenas como agradecimiento por su ayuda frente a sus enemigos. Los españoles, los “conquistadores” encontraron sociedades muy corrompidas, decadentes y faltas de liderazgo, donde los ciudadanos contaban muy poco. Y ésto no es óbice para reconocer el vandalismo, la rapiña y los asesinatos cometidos por muchos de los buscadores de fortuna que iban entre los españoles que llegaron al mundo recién descubierto.

Hay algo que se pasa por alto en muchas ocasiones, incluso cuando se indica lleva un tono de vergüenza: el mestizaje. Los únicos territorios donde aparecen los mestizos son en los que estuvieron los españoles. Es posible que tenga tintes sexuales, del legendario ardor español, pero la realidad es que donde llegaron ingleses y franceses el mestizaje no está presente. Por el contrario, donde pusieron sus pies los británicos y galos, los habitantes que había casi han sido borrados del mapa. ¿Cuántas tribus indias quedan en Norteamérica y cuantos individuos forman esas tribus? Los apaches, siux, comanches, etc. no pasan de algunos miles de sujetos en total. En contra de la imagen del “indio” cortador de cabellera la realidad era que a cada uno de los que entregaban una cabellera india se le recompensaba monetariamente. Por cierto que los ingleses no tenían cabelleras ya que usaban el pelo corto, en tanto que los indios eran portadores de largos cabellos. En Norteamérica si se produjo un auténtico genocidio por los ingleses y nadie tiene el coraje de echar en cara estos asesinatos en masa de personas en muchos casos indefensas.

Por eso, cuando se recurre a la leyenda negra de la conquista de América hay que ser más rigurosos y tomar los datos ciertos, las evidencias y saber “leer” la historia escrita por los “vencedores” o, en este caso, por los que tienen en sus manos el poder. Los esclavistas no fueron españoles, sino comerciantes ingleses, holandeses y portugueses y además tenían el consentimiento de sus monarcas. Los piratas, uno de ellos nombrado Sir por su “graciosa majestad” la reina de Inglaterra, tenían como trabajo y modo de vida el abordaje de los barcos mercantes que hacían la ruta desprotegidos. Estos piratas, cuando cogían una nave, rapiñaban sus mercancías y pasaban a cuchillo a los pasajeros y tripulantes, así se ahorraban alimentar prisioneros. Otro dato de menor importancia: fue en los países conquistados por los españoles donde se abolió la esclavitud en primer lugar, en tanto que en otros, muchos hombres y mujeres eran tratados como animales hasta mediados del S XIX.

También fueron los primeros países en ser independientes, y muchos sin usar la fuerza, los que tuvieron presencia española. Todavía hay colonias de países europeos, adelantados socialmente y muy defensores históricamente de las libertades

¿Cuándo se van a exigir responsabilidades por el magnicidio cometido con las tribus que habitaban América del Norte? ¿Cuándo se les pasará la factura a los países traficantes de esclavos y se les requerirá que reparen el daño causado a la humanidad?

¡Muchos españoles estamos hartos de la jodida “leyenda negra”.!

Nino Granadero