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jueves, 6 de junio de 2013

REGENERACIÓN POLÍTICA


Cada día que pasa se hace más patente la necesidad de una regeneración política. Y decimos regeneración, rotunda y claramente; sin ningún tipo de paños calientes para aliviar los dolores articulares que la clase política actual está causando al sistema democrático en España. Se está volviendo necesario, y además algo que apremia, el despido de los políticos al uso ya que no se representan nada más que a ellos mismos y a los que subvencionan, con nuestro dinero, sus tropelías.

El sistema electoral está viciado y requiere una cirugía a fondo, muy a fondo, para que de verdad se refleje la voluntad popular que se expresa en las urnas. La Ley D’ont no sólo comete injusticias, sino que se ha revelado como testaferro legalista del poder real: el poder financiero. Es imprescindible que los porcentajes de voto se reflejen en escaños sin premios que tan sólo benefician intereses mayoritarios que se adocenan con suma docilidad a los intereses de “los mercados”.

Si no se quiere que siga creciendo el desencanto de los ciudadanos que actualmente amenaza con colapsar la realidad de cualquier democracia que se precie, hay que acometer cambios en la ley electoral. Y lo repetimos, cambios muy, muy profundos; cambios que impliquen, como decimos, el reflejo de la voluntad ciudadana.

Y la necesidad de esta cirugía democrática urgente se apoya también en la decepción e indignación de los ciudadanos por la respuesta de la clase política ante los numerosos, muy numerosos desgraciadamente, casos de corruptelas. No vamos a enumerarlos, ni tan siquiera vamos a mencionar aquí las siglas de los partidos políticos y personajes implicados, que por otra parte están muy presentes en la memoria de los habitantes de este país; el problema es que no se hace nada para erradicar el cáncer que amenaza con dinamitar la democracia.

Tampoco vamos a reflejar la realidad, que no sensación, de falta de libertades, de aplastamientos de derechos sociales, laborales, económicos, etc. a que nos están sometiendo consecutivamente los ejecutivos que se suceden en el tiempo y, supuestamente, en el gobierno de la “res publica”. Por ello, cada vez es más grande la distancia entre clase política y pueblo. La impresión de la ciudadanía es que los políticos tan sólo miran por los intereses de los poderosos, y por los suyos propios naturalmente, por los intereses de la casta política. Nuestros políticos parece que han olvidado que existen votantes durante el resto del tiempo que no es campaña electoral.

Nos da la impresión que la única solución que nos va a quedar es mandar a la nevera a los actuales profesionales de los escaños para que se den cuanta de que esos puestos deben ser ocupados por representantes reales del pueblo. Así que, ¡a la tarea!.


Nino Granadero