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martes, 30 de junio de 2015

DRACMA, QUE NO DRAMA


Cuando a la UE, el núcleo inicial, por aquellas fechas con aspiraciones tan sólo de mercado común (con minúscula, las mayúsculas vinieron después), se le quedaron pequeños los límites, empezó a madurar la idea de ampliar el MC (ya con mayúsculas). La idea inicial, fundamental y mercantilista era ampliar el campo para vender los productos manufacturados de los países industrializados de Europa. Para nada subyacía la idea de una gran unión de naciones que tuviera la solidaridad por objetivo, la unión entre los pueblos, la participación de los ciudadanos en un proyecto común, ni mucho menos el enriquecimiento cultural de los pueblos que conforman Europa.

Todo era más simple y más prosaico: había que conseguir abrir nuevos mercados donde vender los excedentes industriales. El núcleo duro, del entonces Mercado Común, estaba constituido por Alemania, Francia e Inglaterra a las que se añadió, haciendo galas de sus dotes innatas de diplomacia, Italia, siempre presente en la alta política en concordancia con la tradición del príncipe Maquiavelo.

Ahora, cuando Grecia, la burbuja griega no contributiva, le ha estallado en las manos al núcleo duro de la UE representado por los altos financieros del BCE, se demoniza al pueblo griego. Se dice que los griegos son derrochadores, vividores, inconscientes y desvergonzados. Los que dicen esto, obvian que fueron ellos los que forzaron la maquinaria para que Grecia pidiera su entrada en la UE; y la forzaron para colocar sus coches, sus televisores, sus frigoríficos y sus cocinas. Pero además lo hicieron de una forma alevosa: admitiendo, a sabiendas, datos falsos. No podemos olvidar quién fue el “padre” del informe sobre la situación económica de Grecia antes de ser admitida en la UE. Esos datos, interesadamente falseados, fueron premiados con el ascenso del autor del felón informe a las máximas alturas de las finanzas europeas. Y ahora se quejan los prebostes europeístas de que los griegos no cumplen, les mandan los hombres de negro para imponer estrecheces a los ciudadanos y asegurar que la banca, siempre está detrás de la especulación en todas sus formas, recoge los dineros prestados y la usura de los intereses.

Se plantea el problema en términos de drama: la salida o expulsión (queda mejor el segundo término para el orgullo teutón dominante) puede romper la baraja y el equilibrio de la UE. ¿Qué equilibrio?, el impuesto por los países grandes en su propio beneficio. El drama se proyecta como una sombra de mal agüero para los ciudadanos comunitarios. Ahora, cuando se vislumbran pérdidas si se utiliza el concepto de “ciudadano”, a la hora de reparto de dividendos bancarios y de beneficios empresariales sólo hay accionistas privados. Como siempre: las ganancias son privadas y las pérdidas se socializan. 

El Drama no es para la ciudadanía, dejemos clara la cuestión. El Drama es para el sector financiero, para los especuladores que utilizan el dinero ajeno en beneficio propio y que ven el peligro de no poder llenar sus arcas. ¡Y eso que han impuesto estrecheces a los ciudadanos griegos, españoles, portugueses, italianos, franceses, alemanes, holandeses, etc. (¡OJO SOLO A LOS CIUDADANOS!) para asegurar rendimientos a sus accionistas basados en el sacrificio y en la rapiña!. Es imponer la máxima de los acreedores: conseguir plusvalías aún a costa de la honestidad, de la privación de derechos básicos de las personas y de cercenar el futuro de los pueblos.

El drama del pueblo griego no es tal. Los griegos tienen una salida airosa a la que tiene derecho el pueblo heleno: volver al dracma. Y si para ello tienen que votar NO el domingo, los ciudadanos europeos, por mucho que nos intenten mediatizar con los medios de comunicación, lo vamos a entender. Por encima de intereses sectarios y torticeros está la libertad, la dignidad y la honra de los ciudadanos griegos. Aquí está en juego algo más que el futuro del pueblo griego: está en juego la dignidad y la honra de todos los ciudadanos europeos, frente a los intereses espurios de unos pocos.  El drama se queda para los financieros especuladores y vampiros, siempre ansiosos de chupar la sangre al pueblo.


Nino Granadero