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jueves, 5 de marzo de 2015

LA DEUDA ALEMANA


Nos da la impresión de que quedan unos cuantos capítulos para ver el desenlace de la famosa “deuda griega” o “deuda alemana”, depende de donde vengan las reclamaciones y las respuestas. El dantesco duelo a florete se desarrolla a ritmo lento, buscando el KO técnico más que la maniobra de habilidad que desarme al adversario.

Lo cierto es que somos testigos de un enfrentamiento que, aunque en principio se presentaba desigual, los argumentos y los documentos históricos que se esgrimen están fortaleciendo el lado del reclamado, es decir, el lado griego. Cada día que pasa las razones de los alemanes se reducen simplemente a la cabezonería y la falta de diálogo por parte merkeliana. Y lo peor del caso es que muchos dirigentes europeos se esconden detrás de la teutona mostrando en unos casos sus carencias y en otros su cobardía.

Algo que deja en un brete las argumentaciones de los mandamases de la UE es que se ha cambiado la deuda de lugar: de ser una deuda privada ha pasado a ser asumida por el sector público (la tan manida socialización de pérdidas). Han sido los distintos países de la UE los que han saldado la deuda privada y han asumido los números rojos del país heleno. Ahora, por tanto, son los estados los que reclaman saldar el débito de los griegos. Es decir, la gestión de los gerifaltes europeos ha consistido en darle el dinero a los poderosos (sobre todo a los bancos) y que seamos los ciudadanos los que apechuguemos con las consecuencias en forma de recortes de nuestros derechos. Nuestros dirigentes, los gobernantes de la UE, se han cubierto de gloria: quitan a los pobres para entregarles los óvolos a los ricos. ¿Cómo llamar a este comportamiento de los mandatarios de nuestra Europa?.

Volviendo al tema de la deuda y, a pesar de que se ha repetido en muchas ocasiones por los comentaristas políticos, hay que recordar qué ocurrió con el mayor deudor de los últimos doscientos años. Queremos decir el mayor deudor del primer mundo, es decir, Alemania.

No hay que olvidar que fue precisamente Alemania la iniciadora, y a su vez la perdedora, de las dos guerras mundiales con macabro escenario en las tierras europeas. Baste decir que las indemnizaciones a las que tuvo que hacer frente como derrotada en la primera guerra mundial, las terminó de pagar hace menos de 20 años.

Los cálculos que se hicieron con motivo de la II Guerra Mundial y por tanto las cantidades que se reclamaron al país perdedor, es decir Alemania, ascendían a 22.600 millones de marcos del año 1953. Si tenemos en cuenta que por aquellos años un maestro en EE.UU cobraba de sueldo 2.400 dólares manuales y que en la actualidad el sueldo se ha multiplicado por 15, aproximadamente, la deuda alemana, todavía no saldada a la mayoría de los perjudicados, supondría una cantidad próxima a los 339.000 millones de marcos, una cifra cercana a lo que Europa entera reclama a Grecia. Ahora son los alemanes los que no perdonan una deuda que algunos países contrajeron con sus bancos, con los bancos alemanes que demostraron, todo hay que decirlo, una ineptitud fuera de lo común. Por cierto que los bancos alemanes están considerados de los peores del continente. Esta mala fama de los banqueros germanos se la han ganado a pulso ellos solitos.

Hay que decir que, gracias a la magnanimidad de los vencedores, se hizo una quita de más del 60% de la deuda a los alemanes como indemnización por perder la II Guerra Mundial. O sea, que se les perdonó 6.400 millones de aquellos años. Pero, ¡oh sorpresa: a los que se les perdonó, ahora no perdonan!. ¡Flaca memoria tienen estos germanos!. Ese es precisamente el camino para fomentar el odio hacia la casta germana.

Los alemanes, sus dirigentes al menos, aunque según se deja entrever en las distintas tomas de opinión a los ciudadanos de ese país, están apoyados por la mayoría de la ciudadanía, se están ganando a pulso que el resto de los ciudadanos europeos los estemos aguardando a la revuelta del camino. O como se dice por nuestra tierra: “arrieritos somos…”

Ahora parece que los alemanes no se consideran culpables de la devastación de Grecia, ni de los bombardeos de Guernica, ni de los expolios que hicieron sus compatriotas en Italia, en España, en Francia, en tierras africanas, en cualquier lugar violado por sus botas, por la botas nazis. Ya se les ha olvidado que países como Estados Unidos, Reino Unido, Francia, Bélgica, Canadá, Dinamarca, Grecia, España, Italia, Irlanda, Luxemburgo, Noruega, Suiza, Yugoslavia… entre otros, hicieron un alarde de sensatez y, en lugar de condenar a Alemania a la desaparición como nación, renunciaron a lo que les correspondía legítimamente.


Nino Granadero