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viernes, 20 de septiembre de 2013

DEFENSA INVERTIDA


Acabo de llegar de realizar una gestión en la calle y me encuentro, llegando casi a mi trabajo, con una manifestación de afectados por las hipotecas. Unos 30 manifestantes, pancartas, gritos, reparto de panfletos, etc. todo ésto delante de un banco; da igual la entidad financiera.

Hasta ahí todo normal, de no ser por un pequeño detalle: la presencia policial observando, y a la expectativa, para que los manifestantes no molesten “demasiado” al banco. Cuatro lecheras a ocho agentes por vehículo: 32 agentes. O séase, más policías que manifestantes.

Que yo sepa, nuestras leyes y nuestra Constitución encomiendan a las fuerzas del orden público el mantenimiento del orden y la salvaguarda de los derechos de los ciudadanos. Y estamos hartos de ver cómo la policía, por orden gubernativa o judicial, disuelve concentraciones ciudadanas de protestas contra los abusos bancarios, desaloja a los concentrados contra los desahucios ordenados por orden judicial en defensa de los intereses de entidades financieras, etc.

Hasta ahora no hemos visto, ni una sóla vez, llevarse detenidos a banqueros por aplicar cláusulas abusivas en los préstamos hipotecarios, ni por engañar a jubilados con las preferentes, ni disolver Consejos Generales de los grandes bancos donde anuncian, a pesar de la crisis, que han ganado en un trimestre 3.000 millones de euros.

Esas ganancias se producen en plena “crisis” y después de haber recibido una inyección de dinero público (es decir nuestro), que no van a devolver, de varios miles de millones. Millones que se pagarán con nuestros impuestos y quitando servicios a los ciudadanos.

¿A qué se debe que el poder establecido (evito a conciencia poner sigla alguna) esté defendiendo a personajes cuya actuación roza la ilegalidad, que están casi pisando el umbral de la usura, que casi tocan con la punta de sus dedos el fraude?.

Una de dos: o se han invertido los papeles o se tienen intereses ocultos para desarrollar estas conductas. En cualquier caso, ambas cosas: si no son ilegales, al menos son inmorales. 

Nino Granadero