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martes, 2 de noviembre de 2010

AHORA TOCA, MARCELINO


Ya que todos los truenos han sonado.
Ya que los farsantes han sacado pecho a tu costa.
Ya que para ti todo ha terminado.
Ya que tu labor entusiasta y comprometida la han tirado por la borda tus correligionarios.
Ya que te sacaron todos tus jugos de rebelde, de compromiso, de solidario, de honestidad, de entrega, los tuyos, los de siempre, los que no dan palos ni al agua, los que viven del cuento y del engaño al proletariado, todos estos de puños cerrados que se jactan en mariscadas y pipa en mano paseándola por la ciudad del betis y que así se manifiestan porque no quieren soltar la indignidad del pesebre lleno de grano y se aferran a vociferar de vez en cuando para justificar su ineptitud, ya que éstos han puesto en escena tus logros, una vez que físicamente tu has muerto, con el propósito de seguir alimentándose por no se cuanto tiempo más, ahora toca de sentar las bases del juego. Las bases de juego limpio. De quitar caretas. De señalar a los aprovechados y cobardes que se esconden detrás de tu figura para enaltecerse a costa de tu bondad, de tu entrega, de tu compromiso y de tu generosidad.
Ahora, sí. Ahora toca sacar a relucir tu trabajo desinteresado para que la clase trabajadora pueda lucir su dignidad, para que pueda lucir su altanería de trabajador comprometido con una sociedad más justa, más igualitaria, más digna y más humana, que es el fin por el que luchaste hasta la extenuación. Tu símbolo más querido, el que tu mujer tejió con manos primorosas para proteger tu cuerpo y tu cuello del frío de la miseria, de la desigualdad, de la injusticia y de la insolidaridad, tu signo, continúa vivo en la protección del cuerpo de la clase trabajadora y hay que sacarlo a relucir con altanería y dignidad y contarlo y decirlo a los cuatro vientos que aquí hay un jersey de cuello vuelto que fue tejido con el cariño de unas manos dadivosas que quiso envolver a toda la clase trabajadora en la dignidad del calor de la humanidad.
Ahora toca, Marcelino, agradecerte tus esfuerzos.
Ahora toca, Marcelino, defender, como tú lo hacías, lo conseguido y lo que queda por conseguir para la dignidad de la clase trabajadora.
Ahora toca, Marcelino, trabajar sin resentimiento y hasta agotarse, si es necesario, por todo aquello por lo que tú trabajaste, por todo aquello en lo que tú creíste, por todo aquello que huela a justicia, a sencillez y a humanidad.
Ahora toca, Marcelino, ahora toca todo estos y más.
Pero es urgente y necesario que te desprendas de estos personajes descritos al principio de este artículo. Han hecho y hacen mucho daño a la causa a la que tanto trabajo, esfuerzo y empeño pusiste.
Marcelino, tienes que rodearte de nueva casta de dirigentes. Los que hay, para la causa, no valen, no sirven. Son dañinos. Tienes que arrastrar a gentes de tu misma catadura, con tu misma abnegación, con tu misma honestidad, con tu misma generosidad, con tu misma disposición a enfundarse ese jersey de cuello vuelto alto que arrope a toda la clase trabajadora.
Ahora toca, Marcelino, otra clase sindical distinta a la existente, caduca, acomodada y sin perspectiva en la defensa de la dignidad de la clase trabajadora.
Ahora toca romper con la ruptura “cruel y despiadada que ha hecho el gran capital, principalmente la Banca, disfrazándola con una crisis globalizada que está milimétricamente estudiada para que el rico sea más rico y el pobre, sea más pobre, echándole la culpa al resto de la sociedad.”

Marcelino, ahora toca otra clase sindical distinta a la existente. Ahora, toca Marcelino.

Simón Candón 2/11/2010