Seguidores

miércoles, 24 de septiembre de 2014

TURBULENCIAS




Las turbulencias, cuando se viaja en avión, producen un apretón en la garganta efecto de la subida de ciertos atributos masculinos. Pero las turbulencias en el Gobierno de Marianico no tienen más efecto que el de una diminuta gotita al caer en una balsa de aceite. Al menos así lo ha demostrado don Mariano. ¿Qué dimite un ministro? Pues me voy de viaje “oficial” y me ahorro de grabar el vídeo para el plasma. Para eso tengo a mi ratita feliz que cobra todos los meses, para que le pongan la cara colorada, es lo que ha pensado Marianico.

No se puede ser más desvergonzado ni más cínico. Ni más calzonazos el Sr. Gallardón: ha esperado hasta que el Jefe está fuera de España para la puesta de largo de la dimisión. Una dimisión que traerá cola, ya veremos más adelante. Con la puesta en escena del “cese voluntario”, se ahorra don Mariano de dar la cara, como siempre. Y es que este sujeto no da la cara ni en el espejo de su casa. Cínico, zigzageante, mentiroso profesional, poniendo la marcha atrás continuamente, doblegando su voluntad a los intereses de los poderosos… Siempre sale por peteneras (ya quisiera él conocer el palo flamenco porque sería señal de tener cultura) cuando alguien le sorprende micrófono en mano. Es don Mariano, en toda su extensión y entorno, un gallego a la antigua usanza: ¡si hay que bajar se baja… o se sube, depende!.

Pero vayamos a la dimisión del chico de cejas anchas, gafas generosas, pelo engominado y pinta de progre (¡solo la pinta porque el muchacho tiene raigones!). Por ahí hay quien ha dicho que es el final de su carrera política. La verdad es que sospechamos que algún as se habrá guardado en la manga, como buen tahúr, porque nunca nos hemos fiado de don Alberto. Lo cierto y verdad es que deja el camino expedito para la Aguirre. Entre su espantá y la dejada de doña Ana, se lo están poniendo en bandeja de plata a la Espe.

Decíamos que nunca nos ha inspirado confianza el Sr. Ruiz Gallardón. Lo que ponemos a continuación no lo sabíamos, pero lo hemos comprobado ayer mismo: el ambiente que respira es de lo más nostálgico. Su suegro es miembro del Patronato de la fundación que lleva el nombre del felizmente fallecido dictador. O sea que don Alberto debe conocer muy bien la anatomía de “cangrejos y aguiluchos”. Al menos ha demostrado, mientras ha estado al frente del ministerio, que sus ideas distan muy poco de las defendidas por don José Utrera Molina durante su apogeo político.

Por eso, cuando algún amigo decía hace unos años que este era el “rojo de la derecha”, a nosotros siempre se nos representaba como el lobo con piel de mansa oveja. Nunca, nunca, nos ha inspirado confianza este don Alberto por mucho que se quitara la corbata para salir en la foto.

A todo esto nos ha causado verdadera sorpresa la renuncia de Podemos a presentarse a las elecciones municipales. Puede ser síntoma de dos cosas: o la estructura todavía no está lo suficientemente madura o se tiene miedo al fracaso. Un recordatorio: nunca, al menos en este país, una formación política ha llegado al poder sin ganar los ayuntamientos. Porque, aclaremos, cuando se está en política es para ganar no para ser comparsa de votaciones ni palmero de recaderos. Para bufones ya tenemos bastantes. No queremos ni imaginarnos que este renuncio de Podemos se deba a que le ha metido las cabras en el corral la poderosa élite española.

Desde nuestro punto de observación, cada vez vemos más claro el triste panorama que se nos avecina, la tormenta con todos sus avíos, incluidos granizos, que vamos a sufrir los ciudadanos. Porque la casta política va a seguir a lo suyo: despreciando a los habitantes del solar hispano. Concretando, que cada vez se ve más cerca la sombra de la coalición PP-PSOE. ¿Qué sería la muerte de la izquierda en España?. Dudamos que no haya fallecido hace ya algunos años y ahora nos está empezando a llegar el olor.

Nino Granadero