Si al enunciado del 20D le damos la vuelta, resulta algo curioso,
se convierte en D02 (dodos) los pájaros tontos que acabaron extinguidos y así
tenemos que desde esa fecha hasta la presente no paran, tanto los unos como los
otros, de comportarse como "Didus Ineptus" , convertido en un
personaje más de "alicia en el país de la maravillas" y apareciendo
también en "Ice Age" en la que se resalta su estupidez.
Anda por las redes sociales un "trabalenguas" que se
parece mucho al lenguaje de la Torre de Babel, y a ver quién es capaz de descifrarlo
para que sea entendible y los ciudadanos sepan, al final, a quienes han votados.
Dice el "trabalenguas" lo que sigue: "Pablo no quiere que Pedro
hable con Albert ni con Mariano, pero Albert no quiere que Pedro hable con
Pablo. Además, Mariano no quiere que Pedro hable con Pablo, y Pedro no quiere
hablar con Mariano. ¿Pero a quién coño hemos votado?" La pregunta del
millón sin respuesta de estos cuatro "pájaros", porque la respuesta
de los ciudadanos ya la dieron en esa fecha y fue clara y rotunda al no dar
mayoría a ninguno de ellos al estar los ciudadanos cansados de los enjuagues,
de las arrogancias, de no tenerlos en cuenta, de hacer con sus votos lo que les
da la gana, de no emplear los votos para lo que se les dio, de decir digo para
luego hacer diego, de traicionar la confianza dada, de las mentiras, de las
prebendas y de tantas y tantas otras tropelías.
Hasta esa fecha del 20D, los ciudadanos venían dándoles mayorías
simples y mayorías absolutas en la confianza del buen empleo de las mismas y lo
que ha pasado es que las han utilizado para los intereses partidistas y
personales propios de muchos de los integrantes de esos partidos en la
corrupción más putrefacta de olores nauseabundos inaguantables.
En esta fecha del 20D, los ciudadanos han dicho basta ya a todos
esos desmanes y han puesto pie en pared. Los ciudadanos se han puesto de acuerdo
en decir lo que tenían que decir en este momento para la buena gobernanza de
España y exigen a sus representantes que hagan lo mismo, que se pongan de
acuerdo y se dejen de pamplinas en intereses personales y partidistas y tengan
miras de Estado.
A los ciudadano no les vale ya eso de que a mí me han dado algunos
votos más que a ti y por tanto yo tengo que ser el jefe y hacer lo que yo crea
conveniente. No hombre, noooo, como diría D. Mariano Moreno, alias Cantinflas.
Estos no es asiiiií. Hombre nooo. (a propósito de D. Mariano Moreno, al final
del artículo, añadiré el texto completo de su discurso: Cantinflas en "Su
Excelencia", México, 1967, de plena actualidad, y eso que han pasado años)
Para los ciudadanos sería una tomadura de pelo, una falta de respeto
y una irresponsabilidad manifiesta el que sus representantes elegidos
democráticamente no fueran capaces de cumplir con el mandato que recibieron ese
día, el 20D, en las urnas y les avocaran a unas nuevas elecciones.
Las reglas del juego son las que son y están para cumplirlas. Cada
cual a apechar con sus responsabilidades.
Simón Candón 25/02/2016
P.D. Por su interés, a
continuación transcribo el texto completo de D. Mariano Moreno:
Me ha tocado en suerte ser último orador, cosa que me alegra mucho
porque, como quien dice, así me los agarro cansados. Sin embargo, sé que a
pesar de la insignificancia de mi país que no tiene poderío militar, ni
político, ni económico, ni mucho menos atómico, todos ustedes esperan con
interés mis palabras ya que de mi voto depende el triunfo de los Verdes o de
los Colorados.
Señores Representantes: estamos pasando un momento crucial en que
la Humanidad se enfrenta a la misma Humanidad. Estamos viviendo un momento
histórico en que el hombre científica e intelectualmente es un gigante, pero
moralmente es un pigmeo. La opinión mundial está tan profundamente dividida en
dos bandos aparentemente irreconciliables, que dado el singular caso, que queda
en sólo un voto. El voto de un país débil y pequeño pueda hacer que la balanza
se cargue de un lado o se cargue de otro lado. Estamos, como quien dice, ante
una gran báscula: con un platillo ocupado por los Verdes y con otro platillo
ocupado por los Colorados. Y ahora llego yo, que soy de peso pluma como quien
dice, y según donde yo me coloque, de ese lado seguirá la balanza. ¡Háganme el
favor!... ¿No creen ustedes que es mucha responsabilidad para un solo
ciudadano? No considero justo que la mitad de la Humanidad, sea la que fuere, quede
condenada a vivir bajo un régimen político y económico que no es de su agrado,
solamente porque un frívolo embajador haya votado, o lo hayan hecho votar, en
un sentido o en otro.
El que les habla, su amigo... yo... no votaré por ninguno de los
dos bandos (voces de protesta). Y yo no votaré por ninguno de los dos bandos
debido a tres razones: primera, porque, repito que no sería justo que el solo
voto de un representante, que a lo mejor está enfermo del hígado, decidiera el
destino de cien naciones; segunda, estoy convencido de que los procedimientos,
repito, recalco, los procedimientos de los Colorados son desastrosos (voces de
protesta de parte de los Colorados); ¡y tercera!... porque los procedimientos
de los Verdes tampoco son de lo más bondadoso que digamos (ahora protestan los
Verdes). Y si no se callan ya yo no sigo, y se van a quedar con la sensación de
saber lo que tenía que decirles.
Insisto que hablo de procedimientos y no de ideas ni de doctrinas.
Para mí todas las ideas son respetables, aunque sean “ideítas” o “ideotas”,
aunque no esté de acuerdo con ellas. Lo que piense ese señor, o ese otro señor,
o ese señor (señala), o ese de allá de bigotico que no piensa nada porque ya se
nos durmió, eso no impide que todos nosotros seamos muy buenos amigos. Todos
creemos que nuestra manera de ser, nuestra manera de vivir, nuestra manera de
pensar y hasta nuestro modito de andar son los mejores; y el chaleco se lo
tratamos de imponérselo a los demás y si no lo aceptan decimos que son unos
tales y unos cuales y al ratito andamos a la greña. ¿Ustedes creen que eso está
bien? Tan fácil que sería la existencia si tan sólo respetásemos el modo de
vivir de cada quién. Hace cien años ya lo dijo una de las figuras más humildes
pero más grandes de nuestro continente: “El respeto al derecho ajeno es la paz”
(aplausos). Así me gusta... no que me aplaudan, pero sí que reconozcan la
sinceridad de mis palabras.
Yo estoy de acuerdo con todo lo que dijo el representante de
Salchichonia (alusión a Alemania) con humildad, con humildad de albañiles no
agremiados debemos de luchar por derribar la barda que nos separa, la barda de
la incomprensión, la barda de la mutua desconfianza, la barda del odio, el día
que lo logremos podemos decir que nos volamos la barda (risas). Pero no la
barda de las ideas, ¡eso no!, ¡nunca!, el día que pensemos igual y actuemos
igual dejaremos de ser hombres para convertirnos en máquinas, en autómatas.
Este es el grave error de los Colorados, el querer imponer por la
fuerza sus ideas y su sistema político y económico, hablan de libertades
humanas, pero yo les pregunto: ¿existen esas libertades en sus propios países?
Dicen defender los Derechos del Proletariado pero sus propios obreros no tienen
siquiera el derecho elemental de la huelga, hablan de la cultura universal al
alcance de las masas pero encarcelan a sus escritores porque se atreven a decir
la verdad, hablan de la libre determinación de los pueblos y sin embargo hace
años que oprimen una serie de naciones sin permitirles que se den la forma de
gobierno que más les convenga. ¿Cómo podemos votar por un sistema que habla de
dignidad y acto seguido atropella lo más sagrado de la dignidad humana que es
la libertad de conciencia eliminando o pretendiendo eliminar a Dios por
decreto? No, señores representantes, yo no puedo estar con los Colorados, o
mejor dicho con su modo de actuar; respeto su modo de pensar, allá ellos, pero
no puedo dar mi voto para que su sistema se implante por la fuerza en todos los
países de la tierra (voces de protesta). ¡El que quiera ser Colorado que lo
sea, pero que no pretenda teñir a los demás! —los Colorados se levantan para
salir de la Asamblea—.
¡Un momento jóvenes!, ¿pero por qué tan sensitivos? Pero si no
aguantan nada, no, pero si no he terminado, tomen asiento. Ya sé que es
costumbre de ustedes abandonar estas reuniones en cuanto oyen algo que no es de
su agrado; pero no he terminado, tomen asiento, no sean precipitosos... todavía
tengo que decir algo de los Verdes, ¿no les es gustaría escucharlo? Siéntese
(va y toma agua y hace gárgaras, pero se da cuenta que es vodka).
Y ahora, mis queridos colegas Verdes, ¿ustedes qué dijeron?: “Ya
votó por nosotros”, ¿no?, pues no, jóvenes, y no votaré por ustedes porque
ustedes también tienen mucha culpa de lo que pasa en el mundo, ustedes también
son medio soberbios, como que si el mundo fueran ustedes y los demás tienen una
importancia muy relativa, y aunque hablan de paz, de democracia y de cosas muy
bonitas, a veces también pretenden imponer su voluntad por la fuerza, por la fuerza
del dinero. Yo estoy de acuerdo con ustedes en que debemos luchar por el bien
colectivo e individual, en combatir la miseria y resolver los tremendos
problemas de la vivienda, del vestido y del sustento. Pero en lo que no estoy
de acuerdo con ustedes es la forma que ustedes pretenden resolver esos
problemas, ustedes también han sucumbido ante el materialismo, se han olvidado
de los más bellos valores del espíritu pensando sólo en el negocio, poco a poco
se han ido convirtiendo en los acreedores de la Humanidad y por eso la
Humanidad los ve con desconfianza.
El día de la inauguración de la Asamblea, el señor embajador de
Lobaronia dijo que el remedio para todos nuestros males estaba en tener
automóviles, refrigeradores, aparatos de televisión; ju... y yo me pregunto:
¿para qué queremos automóviles si todavía andamos descalzos?, ¿para qué
queremos refrigeradores si no tenemos alimentos que meter dentro de ellos?,
¿para qué queremos tanques y armamentos si no tenemos suficientes escuelas para
nuestros hijos? (aplausos).
Debemos de pugnar para que el hombre piense en la paz, pero no
solamente impulsado por su instinto de conservación, sino fundamentalmente por
el deber que tiene de superarse y de hacer del mundo una morada de paz y de
tranquilidad cada vez más digna de la especie humana y de sus altos destinos.
Pero esta aspiración no será posible si no hay abundancia para todos, bienestar
común, felicidad colectiva y justicia social. Es verdad que está en manos de
ustedes, de los países poderosos de la tierra, ¡Verdes y Colorados!, el
ayudarnos a nosotros los débiles, pero no con dádivas ni con préstamos, ni con
alianzas militares.
Ayúdennos pagando un precio más justo, más equitativo por nuestras
materias primas, ayúdennos compartiendo con nosotros sus notables adelantos en
la ciencia, en la técnica... pero no para fabricar bombas sino para acabar con
el hambre y con la miseria (aplausos). Ayúdennos respetando nuestras
costumbres, nuestra dignidad como seres humanos y nuestra personalidad como
naciones por pequeños y débiles que seamos; practiquen la tolerancia y la
verdadera fraternidad, que nosotros sabremos corresponderles, pero dejen ya de
tratarnos como simples peones de ajedrez en el tablero de la política
internacional. Reconózcannos como lo que somos, no solamente como clientes o
como ratones de laboratorio, sino como seres humanos que sentimos, que
sufrimos, que lloramos.
Señores representantes, hay otra razón más por la que no puedo dar
mi voto: hace exactamente veinticuatro horas que presenté mi renuncia como
embajador de mi país, espero me sea aceptada. Consecuentemente no les he
hablado a ustedes como Excelencia sino como un simple ciudadano, como un hombre
libre, como un hombre cualquiera pero que, sin embargo, cree interpretar el
máximo anhelo de todos los hombres de la tierra, el anhelo de vivir en paz, el
anhelo de ser libre, el anhelo de legar a nuestros hijos y a los hijos de
nuestros hijos un mundo mejor en el que reine la buena voluntad y la concordia.
Y qué fácil sería, señores, lograr ese mundo mejor en que todos los hombres
blancos, negros, amarillos y cobrizos, ricos y pobres pudiésemos vivir como
hermanos. Si no fuéramos tan ciegos, tan obcecados, tan orgullosos, si tan sólo
rigiéramos nuestras vidas por las sublimes palabras que hace dos mil años dijo
aquel humilde carpintero de Galilea, sencillo, descalzo, sin frac ni
condecoraciones: “Amaos... amaos los unos a los otros”, pero desgraciadamente
ustedes entendieron mal, confundieron los términos, ¿y qué es lo que han
hecho?, ¿qué es lo que hacen?: “Armaos los unos contra los otros”
He dicho...