Los tiempos marcan las estaciones de los años y las
legislaturas, los tiempos de los políticos y sus políticas, de modo que dentro
de esos periodos a los que me refiero de los políticos y sus políticas, toca
hacer balance sobre las mismas y ver como se han comportados en sus compromisos
con los ciudadanos en las arengan mitineras y programas con las que se
comprometían en lo que iban a hacer los diferente dirigentes de los distintos
partidos o formaciones políticas.
Mas de cien días han pasado desde la última convocatoria
de las municipales, plazo de cortesía que siempre se da para hacer una
valoración sobre el posicionamiento de los gobernantes, bajo las siglas de los
partidos o formaciones políticas que han merecidos la confianza de los ciudadanos
para llevar adelante un proyecto de Ciudad o Pueblo mejor que la de los
contrincantes. Sobrepasado, con creces, este periodo, toca hacerlo. Aclarar, no
obstante, que no cabe ni el más tú que yo porque todos sabían a lo que se
enfrentaban y con qué herramientas tenían que trabajar de antemano, de modo que
¡sorpresas!, ningunas pueden alegar los elegidos. Lo mismo podría de decir de
las elecciones autonómicas, aunque no de las generales, que hace menos, pero
todas son coincidentes en el mismo empeño: EL PODER.
Los espectáculos que montan los distintos sujetos de las
distintas tribus políticas del sistema y de los antisistema, son esperpénticos.
Comparar lo que estamos viviendo los ciudadanos en estos tiempos convulsos de
crisis económica y de valores humanos como si de una obra teatral se tratara,
sería ensalzar a la clase política a un estado que no le corresponde, y nada más lejos de la realidad. Partiendo
desde la experiencia de lo rural en la que las "puñaladas traperas"
consentidas por los máximos responsables dirigentes de partido centenario de
cuatro letras, admitiendo a saltimbanquis de recorridos por otros tantos
partidos ajenos, cuyo mérito es no haber sido capaz de hacer nada, eso sí, nada
más que ser amiga de la máxima dirigente del partido en la provincia, hasta el
solo hecho de pelear donde sentarse en el Congreso de los Diputados, dice mucho
de lo que están haciendo sufrir estos mentecatos a los ciudadanos de este País
y de lo que son capaces de hacer por situarse estos sujetos.
De la situación de desconcierto, de irresponsabilidad, de
egoísmos partidarios y personales, de estrategias partidistas, de chulerías, de
humillaciones, de yo espero, de yo no voy, de yo no acepto, del todo vale, de desprecio
a la ciudadanía, del yo por encima del mismo yo, de rabia, de recelo, de
corrupción, de me da igual, de pasotismo, de pobreza, de miseria, de recortes,
de sin techos, de desahucios, de los sin nada y de los sin menos, de la vuelta
a la beneficencia, de la esclavitud en el trabajo, de los sin trabajo y del
desempleo masivo, de las promesas incumplidas y de las desganas, de las
mentiras compulsivas y de las medias verdades, de las limosnas y de las
desesperaciones, de los suicidios y de las violencias de géneros, del menos es
algo que algo es más que nada, de la insidia y del chalaneo, de los intereses
inconfesables, de los trepas, yo acuso a estos políticos trileros que no son
capaces de ponerse de acuerdo ni en la buena, ni en la mala gobernanza de este
País.
Y como siempre, los ciudadanos cumplen con sus deberes y
obligaciones, y hablaron cuando tuvieron que hablar, mientras tanto "los
trileros" con el cubito y su bolita. Ya en su día, lo dijo el profesor (yo
en este caso lo voy a llamar "maestro de"): "las promesas se
hacen para no cumplirlas". Yo los acuso.
Simón Candón 18/02/2016