Nos
han quitado la dignidad y lo han hecho de forma impune, descarada y con apoyo
de muchos sectores, entre otros de parte de la prensa que, en actitud servil,
sigue defendiendo la indefendible gestión de estos políticos, a los que les da
igual los ciudadanos y tan sólo se cuidan de sus intereses y de los de sus
amigos, que son coincidentes.
Y
lo peor es que encima no nos respetan. A pesar de que somos nosotros los que
los sostenemos; no nos respetan aunque que se mantengan en la cúspide gracias a
nuestro esfuerzo y a nuestros sacrificios, los sacrificios que ellos mismos nos
imponen para defender los intereses de sus “amos”.
Se
ríen de nosotros, se mofan de la ciudadanía, nos toman por tontos, nos mienten
una y mil veces con todo el cinismo, tienen el descaro de decirnos qué tenemos
que hacer, cómo nos tenemos que apretar el cinturón y por qué es necesario que
nos aguantemos con los recortes para que los bancos, sus grandes amigos y señores,
repartan beneficios entre los privilegiados de los accionistas de las entidades
financieras, en tanto que nosotros, pobres mortales, seguimos “mejorando “ las
estadísticas de empleo con contratos de 450 euros al mes por, oficialmente,
cuatro horas de trabajo aunque en realidad sean 8, ¡o las que caigan!. Pero eso
sí, cobrar, cobrar, se cobran cuatro horas.
Nos
recortan en educación, en sanidad, en asistencia a dependientes, en carreteras
públicas, en seguridad ciudadana, en atención al público, en personal público
que atienda a los ciudadanos…, pero eso sí: ellos, como son los que tienen toda
su “dignidad” intacta y además son los que más lo necesitan, siguen disfrutando
de sueldos varias veces mileuristas, siguen teniendo pagados los
desplazamientos con magnificencia de auténticos privilegiados, tienen coches
oficiales de lujo gama con escolta incluida, partidas de varios cientos de
miles de euros para “atenciones protocolarias” con sus amiguetes y quedar bien
con nuestro dinero, etc.
Estos
politicastros roban, se llevan el dinero y no devuelven ni un céntimo: el último ejemplar de carroñero
es el presidente de la Diputación de Valencia, que según noticias de la prensa
ha sido “trincado” contando el dinero de un soborno. ¡Vergonzoso!.
Son
unos corruptos y lo son porque, además de utilizar lo público para beneficio
propio, encubren a los que usan nuestro dinero para fines particulares, para
irse de viajes a ver a la novia y de camino tomarse un buen batido de plátano
canario, ponerse trajes regalados sin “ningún interés”, aceptar regalos de
fiestas de cumpleaños con varios miles de euros de costo, cobrar comisiones por
salvar empresas (Eres), presentar facturas falsas para quedarse con dinero
destinado a la formación de los trabajadores, cobrar comisiones por recalificar
terrenos o adjudicar contratos de recogida de basura por los que se paga el doble
del coste real, etc.
Es
tan larga la lista de corruptelas y de corruptos, que al ciudadano de a pié le
produce vergüenza ajena. Lo último lo del Sr. Rato (un amigo mío dice rato, ratito,
ratero aprovechando la sonoridad de la coletilla). Nada menos que un señor que
ha sido Vicepresidente del Gobierno y Ministro de Hacienda, presidente del FMI,
arruinador oficial de Bankia y no sé cuantas cosas más por las que ha cobrado
generosamente. Pues al parecer ni el Sr. Rajoy, amigo y compañero de asiento
durante años con don Rodrigo Rato, ni el Sr. Montoro, ídem de lo mismo, ni el
ínclito Ánsar, se habían percatado de nada. ¿Nos toman por tontos?. ¡Eso no se
lo creen ni los niños de guardería!.
Que
no tienen sentido de la ética es algo que nos ha quedado muy claro desde el
principio, ¡pero es que además ya han perdido hasta el sentido de la estética!.
El último ejemplo: la entrega de la medalla del trabajo al “trabajador” Rafa
Nadal, de quien no ponemos en duda sus méritos deportivos. El cuadro de un
Presidente del Gobierno y de una Ministra de Trabajo que se encomienda a los
milagros de una virgen para solucionar los problemas del paro, produce sonrojo
y ha conseguido lo contrario de lo que pretendían: en tan sólo el minuto que
estuvieron en pantalla las imágenes, Rafa Nadal ha pasado de ser admirado por
sus gestas deportivas a ser considerado un colaborador, aunque no haya aportado
un euro, de la casta más casposa de nuestro país.
No dan explicaciones, se consideran impunes,
están en la peana de la “santidad” y los curritos estamos obligados a obedecer,
cubrirlos de incienso, adorarlos de rodillas y hacer ayuno y abstinencia por
ellos.
Son muchos los ciudadanos que se preguntan hasta
cuando aguantaremos a estos individuos indignos, indecentes y despreciables, ellos
sí.
Les
exigimos que nos devuelvan nuestra honradez y nuestra decencia. Que nos
devuelvan nuestra dignidad. Que nos devuelvan nuestro derecho a ser ciudadanos.
Nino Granadero