Tiempos
pasados. La palabra pertenece a tiempos pasados, o mejor dicho, el concepto de
“mentidero” original. En todos los pueblos había una plaza, un lugar al que se
le llamaba el “Mentidero” (así, con mayúsculas).
Tuve
la suerte de descubrir la semántica del término “mentidero”, hace algunos años
cuando, hablando con un campesino, un bracero como se decía antaño, me explicó
los embustes, las mentiras que se decían en aquella plaza.
–…
y por eso a esto se le dice la Plaza del Mentidero- sentenció con rotundidad.
La
plaza en cuestión cumplía una función que ya casi ha desaparecido en todos
nuestros pueblos: a ella acudían los obreros del campo a buscar tajo, es decir
a ver si cuando llegaba el capataz de turno de la finca tenía la suerte de
escuchar la frase mágica que le aseguraba el sustento por un día más:
- “Tú,
mañana a las siete aquí con el amocafre (por cierto que no se recoge en el
Diccionario de la RAE) pá escardá la remolacha”.
El
rito exigía que a continuación se tomara un vasillo de vino, del peleón, con
los consabidos chochitos o altramuces y a casa a preparar el hato (jato en
andaluz) y la taleguilla con el pan y el “cacho” de tocino.
Cuando
el hombre llegaba a su casa y lo comentaba, el suspiro de su mujer quería decir
dos cosas: que no había que ir a la tienda a pedir fiado y que otro día podrían
comer caliente.
Era
así de precaria la economía de la mayoría de las familias en nuestra tierra. Y
no hablamos de hace 100 ó 200 años; lo que comentamos es de hace tan sólo 50
años y hasta algunos menos. Evidentemente la vida ha mejorado, a pesar de los
deseos contrarios de algunos que han resistido y siguen resistiendo en sus
trasnochadas trincheras.
Hoy
el término mentidero, es decir, el lugar donde se dicen mentiras, debería ser
aplicado a los escaños ocupados por la clase política, por la mayoría de la
clase política, seamos justos que todavía quedan algunos políticos honrados. Es
una vergüenza ver cómo se quita del objetivo de las cámaras al desvergonzado de
turno que aprovecha su posición para cobrar comisiones ilegales, cómo se eluden
preguntas comprometidas por supuestos líderes en las entrevistas, cómo se
maniobra y manipula para que lo importante sea un niño que su madre lleva en
brazos, cómo se dice que se está dispuesto a dialogar pero no a ceder ni un
centímetro, etc.
Se
engaña, se miente, se manipula, se adulteran palabras y conceptos, se falsean
intenciones, se falta a la verdad… hay muchos términos para decir que se
utilizan las palabras y los puestos para fines que nada tienen que ver con los
intereses de la ciudadanía.
Hoy
los mentideros están ahí, donde usted y yo sabemos. Y lo peor es que no se pueden
clausurar estos lugares malolientes, que molestan a cualquier persona con
principios, donde impera la mentira.
José
Campanario.