Parece que hay muchos personajes que no
entienden, o no quieren entender, el significado de la palabra DEMOCRACIA. Etimológicamente deriva de
dos vocablos griegos demos y cracia que unidos vienen
a significar gobierno del pueblo. Hasta aquí nada nuevo, pero que algunos, por
sus comportamientos y manifestaciones, quieren hacer ver a los ciudadanos que no es cierto.
Otro tema es la democracia formal, la
aparente democracia, es decir la que tenemos en los países “democráticos” y que
básicamente consiste en que cada cierto tiempo echamos un papelito, o dos, en
una urna. En ese papel aparecen los nombres de personas en un orden establecido
por una minoría, de acuerdo con los criterios fijados por la élite de esa
minoría, y conforme al orden establecido en esa papeleta, saldrán elegidos los
que han puesto una minoría que no ha sido elegida ni refrendada por la
ciudadanía. Son las reglas “democráticas” del juego que nos ha impuesto la
clase política, autoproclamada garante de las libertades. Esta es la realidad
de nuestra sociedad: si lo quieres lo tomas y si no te aguantas. Ajo y agua como se dice coloquialmente
entre amigos.
Bueno, pues a raíz del triunfo de la
derecha en Venezuela, machaconamente recordado a diario, se ha desatado toda
una serie de movimientos orquestados por la derecha internacional. El mensaje
es claro: sólo cuando gana la derecha la democracia es auténtica y lícita. Lo
asombroso es que en el furgón de cola de este tren turístico de la democracia
derechona, viaje algún que otro partido históricamente de izquierdas. Y lo que
produce sonrojo a muchos ciudadanos es que un personaje que ha significado
mucho en este país (España) se ponga en evidencia, rozando lo caricaturesco,
apoyando a gente que ha intentado golpes de estado, que han manipulado
informaciones, que han almacenado alimentos básicos especulando con el hambre
de las personas, que, en definitiva, han usado medios y dineros para fines
propios rozando la ilicitud (no es lo mismo que lícito que legal). “Poderoso
caballero…” que día don Francisco de Quevedo.
Insistimos en el tema por la gravedad
subliminal del mensaje: se quiere hacer entender que sólo hay democracia cuando
gana la derecha o cuando se produce “alternancia” en el poder. Dos pinceladas para
clarificar la cuestión: la derecha, tradicionalmente y mucho más en Hispano
América, tan sólo ha gobernando para las minorías oligárquicas y cuando no ha
podido hacerlo, ha organizado golpes de estado contra la democracia (Chile,
Panamá, Argentina, Perú, etc.). Cuando la derecha toma el poder su obsesión
principal y casi monotemática es la “reconquista” de los derechos perdidos por
los poderes fácticos: se retrocede en derechos laborales, se esfuman derechos
sociales, se recortan servicios públicos, se privatizan empresas públicas, etc.
Y aquí, en nuestro país, por desgracia tenemos el ejemplo muy reciente; es más
todavía están en el poder esos señores de la derecha que se resisten con todas
sus fuerzas a abandonar la nave, su nave.
Duele
y ofende a la inteligencia de los ciudadanos, que un partido de izquierdas, al
menos así se define, esté en las trincheras de la derecha defendiendo
posiciones que no le corresponde, por mucho que se empeñe el santón. Y más
grave aún: que sea por hacer daño al adversario político que está recogiendo
los desengaños de los votantes y simpatizantes antaño cercanos a la izquierda
histórica.
José Campanario