Habríamos preferido dejar
pasar unos días para exponer nuestra opinión sobre los resultados electorales,
sus posibles consecuencias y las responsabilidades que deberían asumir cada
cual, para tener unos criterios más objetivos, sensatos y la serenidad que
otorga la tregua temporal buscando la imposible finalidad de la imparcialidad.
La realidad es que no nos podemos permitir el lujo de perder tiempo pero al
menos vamos a intentar mantener el equilibrio y la equidistancia en nuestros
juicios.
Los resultados son
rotundos: nadie tiene mayoría absoluta; es más, en un alarde de democracia y de
rebeldía de los electores, los ciudadanos han decidido que ni siquiera con el
acuerdo de dos grandes formaciones políticas pueda darse una mayoría
parlamentaria. Será preciso el acuerdo entre al menos tres formaciones con
amplio peso en el Congreso de los Diputados, para que un Gobierno goce de
estabilidad con la que atacar un programa, en el mejor de los casos,
consensuado. Ni siquiera una coalición entre PP-C’s o entre PSOE-Podemos, en
ambos casos los que más se acercan ideológica y sociológicamente, puede llevar
la tranquilidad a los sillones azules del futuro gobierno. Hay algunos acuerdos
imposibles y contra natura, por mucho que algún que otro “elefante blanco” se
empeñe. Un acuerdo PP-PSOE sería un salto al vacío para ambas formaciones;
mucho más quizás para los socialistas como consecuencia de los posos
ideológicos de izquierda.
ESCAÑOS 2015 VOTOS 2015 ESCAÑOS 2011 VOTOS 2011
PP 123 7.215.530 186 10.830.693
PSOE
90 5.530.693 110 6.973.880
En buena lógica, las dos
formaciones que entran por primera vez en el parlamento, Podemos y C’s, tan
sólo han conseguido beneficios sin ningún desgaste, y ello a pesar de que
Ciudadanos, según las encuestas, tenía unas perspectivas mucho más halagüeñas.
Si tenemos en cuenta que el
PP ha pasado de tener el 44,62% de los votos en 2011 a un pírrico 28,7% (a
pesar de seguir siendo el primer partido), ha supuesto el mayor batacazo, tanto
porcentual como en votos absolutos. A la zaga le sigue el PSOE que de haber
conseguido el 28,8% en 2011 se ha quedado en un 22,00, lo que le supone casi 9
puntos perdidos. Está claro el mensaje de la ciudadanía: hartos de ver siempre
las mismas caras y los mismos incumplimientos. Los ciudadanos están cansados de
mentiras, corrupción y alejamiento de la clase política y han optado por dar su
confianza a otras formaciones a las que premiará o castigará en próximos comicios. La ocasión de
oro para Podemos y C’s no va a tener segunda parte: o cumplen y se ganan
definitivamente la confianza de los españoles, o irán al rincón de los malos,
al averno político. No estará de más que el PSOE reflexionara si en un futuro
próximo los votantes no le otorgan un papel de partido bisagra. Es posible que
todavía les quede otra oportunidad para ser protagonista de la escena política.
¡Al tiempo!
Vistos los crudos números
que arrojan los resultados hay dos grandes perdedores. En primer lugar el mayor
perdedor es el PP que deja en la cuneta 3.615.163 votos. Le corresponde el
segundo lugar al PSOE que se deja atrás nada más que 1.443.187 votantes que no
le dan su confianza. Son palabras mayores, mucho más en el caso del PSOE que ya
perdió más de 4 millones en 2011 respecto a 2008.
Al nuevo gobierno cuando se
forme, suponemos que serán agotados o casi agotados los plazos por lo
complicada que se presenta la negociación, se le va a exigir lo que han
expresado los ciudadanos en las urnas: derogación de leyes injustas,
modificación de una interesada, obsoleta y elitista ley electoral y el blindaje
de los derechos de los ciudadanos en su doble vertiente: social y laboral. Y
tampoco, ya que estamos en el tajo, estaría mal dotar de una independencia y
profesionalidad real a la Justicia.
Lo demás no va a ser
entendido por la ciudadanía y, cuando llegue el momento, castigará o premiará a
los que asuman las tareas de gobierno. La verdad es que no es de agrado el
caminito que les queda a los que les “toque la suerte” de asumir carteras
ministeriales.
Nino
Granadero