Los políticos de las Españas
de hoy no son mediocres, no, son políticos malos, malos de solemnidad, aparte
de todos los adjetivos calificativos que pululan por todos los medios de
comunicaciones en sus distintas versiones como el sentir general de los
ciudadanos españoles. No me resisto a decir a los cuatro vientos que nuestros
políticos son malos de solemnidad, porque lo son, porque parecen que hacen
oposiciones para ello, porque catalogarlos de mediocres sería ensalzarlos hasta
la cúspide en donde se creen ellos estar. Siempre que sale esto a colación, me
dicen que tenemos lo que nos merecemos y siempre les respondo lo mismo: yo, yo,
por lo menos, no me merezco a estos, yo
me merezco a otro tipo de políticos, a los
mejores y aquí, en nuestra España, no se encuentran. No soy de los que se
conforman con este tipo de políticos. 1,- Creo en la humanidad. 2,- Creo en el
humanismo fervientemente. 3,- Creo en la
dignidad. 4,- Creo en la honestidad. 5,- Creo en el esfuerzo. 6,- Creo
en el respeto. 7,- Creo en los derechos y en los deberes. 8,- Creo en la
justicia. 9,- Creo en la igualdad. 10,-
Creo en estos credos. Soy creyente acérrimo
de las religiones anteriores. No soy ateo. Tengo mis dioses.
Mucha sangre ha corrido por
los tajos de nuestros antepasados y contemporáneos y ataúdes de rabias en
defensa de la dignidad de la clase trabajadora.
Los inquisidores se
emplearon a fondo para apagar la fuerza de la verdad de los derechos y catapultarla a los infiernos de las
cárceles de rejas tupidas y habitáculos oscuros y pestilentes.
Nuestra España, enmascarada
con la careta de la democracia, reprime a su pueblo más que dictadura
declarada. Para qué poner porcentajes sobre la pobreza, sobre el desempleo, sobre la indigencia, sobre la
desesperanza , sobre miseria, sobre las libertades, sobre ..., para qué. De
sobra se sabe. Y lo peor de todo, de
sobra se sabe cómo la padece el pueblo y en qué estado cada vez más agónico la
sufre.
Gobiernos nefastos acarrean
consecuencias nefastas sin lugar a duda alguna. Unos tras otros, en las últimas
décadas, hacen gala de ello. Tras la transición y la llegada de la aparente
democracia , los ciudadanos creímos que las puertas de la libertad, tras el
duro período de cuarenta años en el lecho de muerte matando, se abrían hacia el
progreso y la cordura en el ejercicio de los credos de mis dioses. El Pueblo,
al límite, se levanta, se revela, pero el Pueblo, también confía y se entrega a
sus dirigentes con la fe en los credos.
España en estos tiempos,
duele, de diferente manera a otros
tiempos, pero duele. La clase política, o como está de moda decir," La Casta",
ha defraudado y sigue defraudando. No está a la altura de lo que necesita esta
España nuestra, como diría aquella canta-autora Cecilia sobre "mi querida
España, esta España nuestra", no está a la altura de las exigencias de la
sociedad. En Andalucía, que es una parte del todo de España, tampoco. Y Digo
Andalucía porque tiene autogobierno (igual que las otras dieciséis autonomías) y podría haber sido diferente al todo de
España. Mientras que en el todo ha habido alternancias en el poder, o sea, en
los gobiernos, con distintos signos ideológicos y formas de guiar al pueblo, en
Andalucía no ha sido así. En Andalucía, el autogobierno que dirige al pueblo
andaluz, ideológicamente, es el mismo
desde que se inició esta aventura autonómica. Va para cuarenta años,
casi los mismos que "el Gran Dictador" al que criticábamos por las
formas y por el tiempo en el Poder. No sé si tendremos que esperar a otro lecho
de muerte lleno de entubaciones de gomas y la aparición de un orejudo en una
pantalla televisiva.
En estos días se ha puesto
en marcha un programa de empleo por parte de la Diputación de Cádiz, que se
llama: Programa de Fomento de Empleo Agrario. No voy a decir aquello de que las
elecciones generales está a vista de pájaro, ¿para qué?. No hace falta que lo diga. Si voy
a decir que me parece de una poca vergüenza manifiestamente impresionante por
parte de nuestros políticos de como emplean los tiempos para estas cosas y el
dinero que no es suyo, sino de todos los contribuyentes. Sí, de poca vergüenza.
Que quede claro que estoy a favor de crear empleo y dar empleo, ¡claro que sí!
¿como no lo voy a estar? pero con lo que no estoy de acuerdo, y de aquí la poca
vergüenza, es con la forma, de cómo se da, del mal uso que hacen del dinero de
los contribuyentes y de cómo estos dirigentes y lumbreras lo hacen. Una obra en
la que realmente se requiere poco tiempo y poca mano de obra porque los medios
mecánicos con los que la sociedad dispone así lo permitirían, emplean mucha
mano de obra, poca o ninguna maquinaria y mucho tiempo para justificar un
dinero que sobrepasa el costo real de la misma, cuando con ese mismo dinero se
podría hacer más obra con los mismos jornales y con la ayuda de la maquinaria
necesaria para tal fin. Siendo esto grave, que lo es, lo peor es que esos
jornaleros de esas obras tienen tiempos muertos mirándose los unos a los otros
y sin hacer nada para que los tiempos programados por los políticos de turnos
se cumplan, ¡claro! ¡qué pasa!, que cualquiera que los vean en esa aptitud,
forzada, la primera expresión que se le viene a la boca es: ¡valiente pandilla
de flojos!, y no es eso. De ahí la fama de la indolencia de los andaluces y que
se nos recrimine desde otros puntos de España. No quiero pensar ni decir lo que
se me viene a la cabeza sobre la no alternancia de gobiernos en Andalucía, no
lo quiero ni pensar, bueno si, lo voy a pensar y lo voy a decir, ¡qué puñetas!
¡ya está bien. Estos "trabajitos" y otros parecidos los ponen en
marcha los políticos de las distintas administraciones en los tiempos marcados
a su clientelismo del poder para mantenerse los mismos y en los mismos sitio.
Ya está. Y es eso. Que no den esos trabajitos a su clientela y que administren
bien los dineros como si fueran suyos, verían como otro gallo cantaría.
Los políticos de las Españas
de hoy no son mediocres, no, son políticos malos, malos de solemnidad.
Simón Candón 22/10/2015