La Tierra se ha hecho Océano. Han desaparecidos los océanos, los mares,
los lagos, los ríos y sus afluentes y los arroyos. Ni siquiera ha quedado una
acequia o una atajea. Ya todo es Océano. Un solo Océano. Los continentes y las
islas que pululaban entre los arroyos, los ríos y sus afluentes, los lagos, los
mares y los océanos, se sumergieron en un solo Océano. Se sumergieron. Se
sumergieron bajo un Océano. En un único Océano. Ni una pizca de tierra. El
follaje de la naturaleza en todo su esplendor de pampas, praderas, bosques,
parques y jardines de los edenes, se
escondieron debajo de las aguas. De las aguas del único Océano. Se perdieron
los colores. El Arco Iris ya no tiene horizonte, ni pedestales que lo sostenga.
Se derrumbaron por falta de sostén. Al Arco Iris, se lo tragó el Océano y sus
colores se adentraron para siempre en la profundidades de los edenes perdidos.
Los barcos ya no tienen puertos donde atracar. Todas las especies y plantas de
la naturaleza que estaban en la tierra, en la antigüedad, se salvaron gracias a
que hubo un Noé que cuidó de fabricar una gran barca para introducir en ella a
todo lo que había sobre la tierra, una pareja de cada, según nos dicen, para
cuando vino el Gran Diluvio, que convirtió, entonces, a la Tierra, en un solo
Océano, pudiera flotar con lo conservado para desembarcar, una vez pasado el
temporal, a todo lo embarcado. La Tierra se ha hecho Océano, un solo Océano y en esta ocasión no ha habido ningún Noé
previsor sobre lo que habría de ocurrir. Se antojaba que las nuevas tecnologías
serían más que suficientes para abortar cualquier indicio de alarma o sabotaje
que pudiera suceder. El desprecio y el egoísmo hace que todo suceda. El cambio
climático ha triunfado y ha arrasado. Se veía venir. Muchas advertencias. Muchas.
Caso omiso. No se pusieron los medios para evitarlo y el deshielo y la subida
de la temperatura hicieron el resto. Todo se globalizó en un único Océano.
Desde que el mundo es mundo, el que conocemos, las peleas entre los
humanos han sido las notas dominantes para mostrar el poder de los unos sobre
los otros y marcar sus territorios. Las distintas tribus que poblaban la
Tierra, cada una de ellas, se aseguraban su entorno como algo propio y bien
particular. Conforme fueron creciendo, necesitaron nuevos espacios para su
desarrollo, y así nacieron los conflictos y así nacieron las fronteras.
El barullo en el que está inmersa la humanidad en el siglo en el que
vivimos, no acaba de romper. Estamos empeñados en la globalización, pero al
mismo tiempo queremos mantener la independencia, sin globalizar, como entes
únicos, de nuestros pueblos, de nuestras ciudades, de nuestras provincias, de nuestras
regiones o comunidades, de nuestros naciones o estados, sin que entren en
conflictos entre sí. Y esa globalización necesita espacio, nuevos territorios
sin enfrentamientos, con mano tendida y que englobe a toda la humanidad y que
toda la humanidad se convierta en una sola tribu donde no quepan las fronteras,
donde no se den migraciones por miedos, o que nadie pueda decir lo que dijo el niño sirio Masalmeh: "Por favor, ayuden
a los sirios. Los sirios necesitan ayuda ahora. Solo paren la guerra, nosotros
no queremos quedarnos en Europa". Tribus. Guerras. Espacios. Territorios.
Globalización. Tierra. Único Océano.
La Tierra se ha hecho un Océano. Las fronteras quedaron bajo las aguas.
Explosionó un volcán dentro de ese único Océano y surgió un único Continente
donde aparecieron nuevas especies y plantas en todo su esplendor en los
jardines de los edenes y el Arco Iris apareció en el horizonte soportado por
sus pilares y resplandecieron su colores. Sin embargo, surgieron nuevos mares,
nuevos lagos, nuevos ríos y afluentes, nuevos arroyo, nuevas acequias, nuevas
atajeas, pero solo se quedo un único continente y un único océano.
Simón Candón 17/10/2015