COMO
PELELES
Retomo la crítica a
través de la palabra escrita, la que hace ya algún tiempo dejé de hacer por el
asqueo del comportamiento de nuestros políticos, por cierto, continuado y
agrandado cada vez más.
No es la España que
Machado canta en su último verso del poema "La España de charanga y
pandereta" que dice: "España de la rabia y de la idea". No es esa España la que tenemos, ni siquiera
la que describe en la primera parte del poema. Ni siquiera esa. Tampoco es de
broma, ni de risas, pero sí de chiste, que si lo cuentas, los escuchantes, abroncan.
Y en esa estamos. De
broncas. De broncas entre los dirigentes políticos para distraer al pueblo
llano para que no piense. Si no es por una cosa, es por otra, lo cierto es que
siempre andan enredados en las mismas cuitas, y los que pensamos o queremos
pensar, llega un momento de asqueo en el que te aburre de tanta bazofia.
Esta democracia
vigilada en la que dejan gritar para el desahogo de las masa, ya diluidas, solo
sirve para eso, para gritar. La jerarquía política se ha llenado de privilegios
y al pueblo le ha dejado solo el servilismo. Mesa y mantel para la primera,
migajas para el segundo. Y así y todo, el pueblo se contenta y se hunde en la
miseria de la pobreza, no ya con resignación, sino con complacencia,
agradeciéndole a la jerarquía política sus dádivas.
Estamos no sabemos, o
no sé dónde. Cada vez es más difícil situarse en el lugar adecuado. Hace ya
algún tiempo que esta sociedad globalizada ha cambiado sus valores, sus
principios y la que nos toca, nos toca con arrogancia y sin escrúpulo alguno. Lo
anterior no vale, ni siquiera para aprender, porque se ha quedado antiguo,
viejo y añejo.
Se echa de menos, o
mejor dicho, echo de menos esa etapa de valores y principio en la que me crié y
en la que mis mayores me inculcaron el respeto y la buenas maneras a todo, lo
que no implicaba que no se utilizara el derecho a la rebeldía. Sí. La echo de menos.
Por qué no decirlo.
La globalización nos ha
traído, entre otras muchas cosas, que la jerarquía política juegue con los
tiempos a su antojo y a su conveniencia de intereses.
Estamos en los de la
corrupción descarada y sangrante. No hay día que no salte un caso. La jerarquía
política se protege. La corrupción es un escándalo que los que aspiran a ser
jerarca la soporta menos, por ser tan abundante, seguida y contraria a sus
aspiraciones. La efervescencia está ahora en taparla. ¿Cómo? inventando. Inventando
la jerarquía política problemas hirientes para que el pueblo mire en esa
dirección y deje de mirar hacia la otra.
Los gobiernos corruptos
de un lado y del otro, central y autonómico, están en esa tarea. Tanto el
central de España, como el autonómico de Cataluña, necesitan distraer al pueblo
para tapar sus vergüenzas.
El Rey, Felipe VI, Jefe del Estado es como su tío bisabuelo.
Sordo y mudo.
Europa no está ni se le
espera.
Y en esa estamos, como
peleles, en las manos de unos impresentables arrogantes y de una panda de
golfos que juegan a romper España.
Simón Candón Sánchez
27/09/2017